

EL AUTOR es abogado. Reside en Santo Domingo.
Antes del grito de Capotillo, el 16 de agosto de 1863, cuya consecuencia directa fue la Restauración de la República, considerada la más elevada manifestación de la lucha del pueblo dominicano por la conquista de su soberanía, se produjeron acontecimientos en diferentes lugares del país que definieron la voluntad de enfrentar con las armas a los anexionistas.
La anexión fue el 18-3-1861.La lucha restauradora comenzó poco después en San Fco. de Macorís, Moca y otros pueblos. Francisco del Rosario Sánchez y José María Cabral, entonces exiliados en Saint Thomas, vinieron a combatir el primero de junio del referido año. En esta ocasión sólo me referiré a las acciones significativas de los días, semanas y meses anteriores al histórico grito de Capotillo.
En Neiba y Cambronal, el lunes 9 de febrero de 1863, varios moradores protagonizaron una rebelión popular que duró sólo siete horas, la cual dejó una huella de rebeldía popular que algunos han pretendido sepultar en la hojarasca del olvido. Ese hecho confirmó el desastre que luego vino para los anexionistas, vaticinado por el gobernador y capitán general Felipe Rivero Lemoine.
Rivero olfateó que el imperio español sería derrotado por los bravos dominicanos. Unos autores cubanos puntualizaron la singularidad de la intentona de Neiba así: “…Fuera una u otra la causa lo cierto es que llevó a cabo la primera acción pública de los insumisos…” (El Alzamiento de Neiba. Febrero de 1863.P.27.AGN.Editora Búho, 2012. José Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez).
Vale decir que eis meses antes del grito de Capotillo se formó un movimiento rebelde en Santiago de los Caballeros encabezado por Julián Belisario Curiel, Juan Antonio Alix, Ignacio Reyes y José Vidal Pichardo. Pronto fueron descubiertos, tomando nota de eso el general José Hungría, alto funcionario regional del gobierno de la anexión.
Horas después de los referidos acontecimientos en la segunda ciudad del país, Gregorio Luperón lanzó una proclama desde el poblado noroestano de Sabaneta, señalando que los dominicanos tenían que abrir “los ojos para salir del desengaño”, añadiendo que “nos han engañado, que han sacrificado nuestra libertad, por lo que todos unidos y de acuerdo debemos decir: ¡Viva la libertad!”
En la comunidad de Guayubín el destacamento español nombrado San Marcial se rindió (por breve tiempo) a los restauradores Lucas de Peña y los hombres bajo su mando. Poco después, el 21 de febrero de 1863, fue la fallida sublevación de Sabaneta, la cual no pudo consolidarse por causas de fuerza mayor.
Los jefes anexionistas brigadier Manuel Buceta y su asistente el coronel Juan Campillo se impusieron esa vez. Cometieron muchas tropelías, como por ejemplo ordenaron que una pantomima de tribunal militar condenara a muerte en ausencia a Luperón. Fusilaron en esos días a Eugenio Perdomo, Pedro Ignacio Espaillat, Carlos de Lora y otros patriotas restauradores. Pero ya estaba echada la semilla de la lucha de los dominicanos.
Al sofocar a los restauradores, los anexionistas intensificaron la represión contra la población indefensa de las aldeas emplazadas en la ribera del río Masacre, en los contornos de Dajabón. Eso incrementó más la rebeldía, tal y como después dejó escrito un alto jefe militar español.
Así se expresó el aludido cronista: “Escaso fue el acierto de la disposición e inoportuna e imprudente la medida. Ella dio a los conspiradores dominicanos agentes eficaces y a los pelotones rebeldes un contingente valiosísimo…” (Anexión y Guerra de Santo Domingo, 1884. General José de la Gándara).
El arriba mencionado Rivero Lemoine, pretendiendo atajar lo que avizoraba, trató de confundir a la población en una alocución del 18 de junio de 1863, en la cual dijo: “Aquí no hay vencidos ni vencedores; todos son dominicanos que entran en una nueva vida de fraternidad bajo el regio manto que los ampara”. (Historia de la dominación y última guerra de España en Santo Domingo. SDB. Editora Sto. Dgo., 1974.P123.Ramón González Tablas).
jpm-am
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