
Por Lic. César Fragoso
Asesor Inmobiliario
Cuando Estados Unidos estornuda, a la República Dominicana se le eriza la piel. No es drama: de allá vienen la mayor parte de los turistas y de allá llega el grueso de las remesas. Por eso, cada cambio en comercio, migración o energía en Washington se siente aquí en el bolsillo y en el cemento y las varillas de construcción.
En el 2025, EE. UU. activó un arancel base de 10% a casi todas las importaciones y subió más para varios países. Para nosotros, esto no es un ajuste menor pues rompe con décadas de globalización barata y encarece insumos, equipos y logística a nivel mundial que nos afecta localmente.
Luego llegó la “reciprocidad”: tarifas de 10% a 41% para docenas de socios, presionando más las cadenas de suministro y, aunque República Dominicana tenga amparos puntuales, el efecto nos alcanza vía materiales, empaques, tecnología y fletes que pasan por EE. UU. o se indexan en dólares.
Esto nos pone ante el riesgo de una inflación importada, ya que, desde equipos de construcción hasta electrodomésticos, pueden subir si los proveedores estadounidenses trasladan costos. Sobre todo, tomando en cuenta que en Estados Unidos, los analistas ya advertían que estos aranceles son los más altos en un siglo y que encarecerían bienes de consumo a nivel mundial.
En paralelo, la Casa Blanca endureció la política migratoria poniendo fin a los programas de “parole” y más barreras al asilo. Y, aunque hubo fallos de jueces que frenaron partes de esa agenda, otros la han avalado, por lo que el péndulo legal va y viene, y el clima para el inmigrante se volvió más frío.
¿Cómo se traduce eso para los dominicanos con estatus legal en EE. UU.? En tener más cautela en sus planes de adquirir o invertir en el sector inmobiliario dominicano, ya que, cambios en sus empresas por costos y aranceles, o por menor demanda, pueden afectarles económicamente. Con menos holgura, se pospone el “down payment” (inicial) del apartamento soñado en RD.
Y para los que están sin estatus: mayor incertidumbre. La gente evita mudanzas, rehúye empleos nuevos por miedo a verificaciones, y envía remesas con más prudencia. No es solo lo legal; es el ánimo: cuando hay temor, se consume y se invierte menos, aquí y allá.
Aun con ese ruido, las remesas a Rep. Dominicana siguen en aumento en el 2025: Según datos del Banco Central, julio superó los US$1,047 millones y el acumulado enero–julio creció a doble dígito. Esto representa un verdadero salvavidas para el consumo y, sobre todo, para el inicial de la vivienda. Pero, debemos tener en cuenta que ese impulso podría no ser eterno y comenzar a disminuir en cualquier momento.
El dominicano de la diáspora sostiene la demanda porque siempre quiere la primera vivienda para la familia, una segunda “casita” para su retiro, generalmente, compra “para tener algo en su país” y, unos pocos, hacen inversiones con fines de negocios. Si el empleo en EE. UU. aguanta y las remesas fluyen, el mercado seguirá bien, si se aprietan, veremos decisiones más lentas y más búsqueda de precios bajos, algo ya casi inexistente en el sector bienes raíces.
En renta vacacional y condo-hotel, el turismo fuerte de RD sigue siendo un viento a favor, pero el costo de equipar sube si lo importado llega con precios inflados por aranceles. Como consecuencia de eso, los constructores tendrán que hacer presupuestos abultados para prever, antes que lamentar, y negociar entregas por etapas, con posibles aumentos de precios.
Los promotores tendrán que cerrar precios con proveedores, diversificar fuentes (no depender de un solo origen encarecido), y diseñar productos que sean atractivos para diferentes segmentos de posibles clientes. Para los compradores, podría ser muy importante, aunque pareciera casi imposible, tratar de fijar costo, verificar muy bien las cláusulas de ajustes de precios y que no se vean afectados por cambios en los tiempos de entrega.
Mi recomendación para la diáspora dominicana residente en Estados Unidos: si tienes estatus legal, fortalece tu historial crediticio y prueba de ingresos para financiar en RD. Si no tienes estatus, prioriza compras al contado (CASH) o con estructuras familiares claras, y mantén un fondo de reserva en dólares, en República Dominicana, por cualquier viraje migratorio indeseado.
Mi lectura final: estamos ante un entorno de más costos y más filtros, pero República Dominicana mantiene tres pilares—turismo, remesas y plusvalía inmobiliaria—que siguen aportando. La clave es operar con plan A y plan B: vigilar aranceles, lo que dictan los tribunales sobre migración y el pulso de las remesas que nos presenta el Banco Central. Con eso, se podrá invertir con cabeza fría y poder dormir top.