El Nuncio Apostólico en Rep. Dominicana. Mons. Piergiorgio Bertoldi, afirmó que el fuego del encuentro con Dios permite volver a soñar en el matrimonio y la familia.
Así lo dijo el domingo 17 de agosto, al celebrar la Misa de clausura del congreso internacional que sobre este tema se realizó el fin de semana en Santiago de los Caballeros.
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“Cuando estamos quemados por el fuego del encuentro con Dios, entonces podemos volver a soñar, incluso en el matrimonio y la familia. Podemos volver a hablar de amor y de matrimonio”, señaló el arzobispo en su homilía de la Misa en la que participaron unas 600 personas de todo el país y de otras naciones, en la sede de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).
En consecuencia, continuó el prelado italiano, “se puede y se debe volver a hablar de un ‘nosotros’ que se nutre de gratuidad, fidelidad, ternura, perdón. Se puede y se debe tener la valentía de contar que el amor para siempre no es una hipérbole de la voluntad, una pretensión excluida de las posibilidades ordinarias, ni un salto en la oscuridad sin red”.
De hecho, subrayó el nuncio, con el fuego del amor de Dios es posible “mirar a la cara a la persona amada y decirse mutuamente: ‘ante mis ojos, tú no morirás. He entendido que la vida junto a ti finalmente tiene sentido, que solo caminando juntos podemos encontrar el camino, que tu sonrisa da sentido a mis días e ilumina mi futuro’. Esperanzas y realidades en un juego de referencias que ofrece consuelo y regala seguridad. Amor que respira y se encarna en lo más profundo de las células, pero al mismo tiempo, mira hacia el infinito”.
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“Un incendio de pasiones”
Al concluir el II Congreso Internacional de Matrimonio y Familia: Fuente de Amor y Esperanza, organizado por la Comisión Nacional de Familia de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), el arzobispo precisó que a “Jesús no se domestica; Él es como un fuego lanzado a manos llenas, un incendio de pasiones que espera arder para transformar el mundo, para hacerlo fraterno, reino de un Dios que subvierte los órdenes humanos, desequilibra y trastoca las prioridades del ‘tibio’ mortal”.
“Él es fuego, no un jarabe meloso que todo endulza y enturbia, es una presencia milagrosa que nos señala nuevas metas de vida más intensa”, destacó.
El nuncio apostólico explicó también que “la paz de Dios no es una utopía, de esas que sirven para acomodarnos en nuestro recinto, seguros, convencidos así de no arriesgar nada: la paz de Jesús siempre pone todo en discusión, pide salir del difuso, del indeterminado, pide quemarnos incluso a costa de divisiones, incluso a costa de la vida”.

“Una paz ‘no como la da el mundo’ nos dejó Jesús, sino una paz rebelde, tan inquieta que no ama la vida tranquila y nos pide estar del lado de Dios y de sus preferidos: los últimos, los débiles, los heridos por la vida. Ese es nuestro Dios incendiario”, continuó.
El amor verdadero no tiene miedo
Mons. Bertoldi indicó además que “el amor verdadero no tiene miedo de buscar el significado de ese ‘para siempre’, y por eso realmente huele a eternidad. ¿Qué significa esto? Que se trata de un amor que ama y sirve al don de la vida, pero no se conforma con la vida, con esta vida”.
“Porque, cuando el amor desborda y burbujea como el vino fresco de los lagares que no pueden contenerlo, imagina que una sola vida no basta para juntar la lista infinita de promesas y proyectos. Y así, el amor llena la vida, pero, al mismo tiempo, va más allá de la vida, no teme a la muerte y, en la luz de la fe, habla directamente el lenguaje de Dios, precisamente, el de la eternidad”.

El arzobispo precisó también que “no es locura pensar que el ‘sí’ de los esposos expresa un deseo a tiempo indefinido, una promesa de inmortalidad. Una decisión que desde hoy se extiende hacia un mañana, hacia una meta que se traslada un poco más allá día a día, que siempre se renueva para perdurar en las categorías de la alegría, la belleza, pero también del misterio”.
La advertencia a los tibios
En su homilía, el nuncio recordó que “Jesús vence la raíz del mal, desea hacerlo con ansias encendiendo un fuego. Hay quienes lo encienden y quienes lo apagan, hay quienes calientan y quienes enfrían. Y también hay quienes no hacen ni una cosa ni otra, pero por indiferencia, comodidad o pereza no eligen de qué lado estar; podríamos llamarlos los defensores del sentido común, los que invitan al realismo a costa de los sueños, los capaces de domesticar los vuelos y de marchitar cualquier color”.
El prelado resaltó luego que Dante, en la Divina Comedia, “los coloca en el anti-infierno: son los perezosos, sin infamia ni gloria, que no supieron tomar una postura, no se alinearon, no se comprometieron, indignos incluso del infierno y obligados a correr sin fin”.
“Son aquellos que ‘nunca fueron vivos’, espectadores de la vida que pasa a su lado, de las tragedias que no tocan su corazón, del dolor de los otros que no los hiere, indiferentes por egoísmo o cobardía. Son los que ni calientan ni enfrían, que serán vomitados el último día (Apocalipsis 3,16)”.
Los temas del congreso
En una nota enviada por la Comisión Nacional de Familia de la CED, se informó que la primera jornada incluyó conferencias y talleres que abordaron la misión de la familia desde la fe, el manejo de conflictos, la resiliencia y el crecimiento en el amor en cada etapa del matrimonio.

La segunda jornada estuvo marcada por testimonios de vida y paneles en los que los matrimonios compartieron cómo la pastoral familiar acompaña y fortalece a los hogares en medio de los retos actuales.
Asimismo se felicitó y se reconoció públicamente a los movimientos de espiritualidad familiar: Matrimonio Feliz, Movimiento Familiar Cristiano, Encuentro Matrimonial Mundial, Dinámica de Parejas, Equipos de Nuestra Señora y al Encuentro Católicos para Novios “por la gran labor que llevan desarrollando tantos años en pro de la familia”.