
Hoy se cumplen 79 años del terremoto más fuerte registrado en la historia sísmica instrumental de la isla La Hispaniola, ocurrido el 4 de agosto de 1946. Con una magnitud estimada de 8.1 y una intensidad de X y XI en la escala Mercalli Modificada, el sismo sacudió violentamente el noreste de la República Dominicana, dejando una huella imborrable en la memoria nacional.
Lo más devastador del evento según recuerda el Centro Nacional de Sismología, fue el tsunami generado por el movimiento telúrico, cuyas olas alcanzaron más de 9 pies de altura y penetraron hasta 2 kilómetros tierra adentro. El poblado de Matanzas, hoy parte de la provincia María Trinidad Sánchez, fue arrasado completamente, quedando en pie solo 8 de las 300 casas construidas.
En Moca, colapsaron el Palacio Municipal, el mercado público, el Club Rotario y las torres de las iglesias.
En Santo Domingo, se reportaron grietas graves en edificaciones históricas y daños en el muelle.
En San Francisco de Macorís, la iglesia Nuestra Señora de las Mercedes y varios comercios fueron severamente afectados.

En Santiago, se desplomó un almacén y el canal Presidente Trujillo sufrió daños estructurales.
En Cabrera y Arroyo Salado, los acantilados se derrumbaron en grandes masas.
Víctimas y respuesta humanitaria
Aunque las cifras varían, se estima que más de 1,000 personas murieron, muchas de ellas sepultadas bajo los escombros. La Marina de Guerra realizó esfuerzos heroicos para rescatar cuerpos, aunque no fue posible recuperar la totalidad. La respuesta humanitaria fue rápida y efectiva, con movilización de recursos locales e internacionales para asistir a los damnificados.
El sismo principal fue seguido por más de mil réplicas durante dos meses. El miedo se apoderó de la población, que optó por dormir en iglesias y albergues, evitando regresar a sus hogares.