La inteligencia de los EEUU lleva más de una década ayudando en secreto a Ucrania a luchar contra Putin


Soldados ucranianos hacen cola en un lugar de entrenamiento mientras reciben formación de mantenimiento en tanques Leopard 1 A5 (Reuters)
Soldados ucranianos hacen cola en un lugar de entrenamiento mientras reciben formación de mantenimiento en tanques Leopard 1 A5 (Reuters)

Una asociación de inteligencia de larga data entre Estados Unidos y Ucrania, que se ha mantenido en secreto durante más de una década, se ha convertido en un pilar crucial para la defensa de Ucrania contra Rusia, según revelaciones del The New York Times. A pesar de la aparente destrucción de instalaciones militares ucranianas por ataques rusos, un búnker subterráneo se mantiene como el centro neurálgico de la inteligencia ucraniana, con financiamiento y equipamiento parcial de la CIA. Esta colaboración ha sido instrumental para ambos países en sus esfuerzos por contrarrestar las acciones de Moscú.

El informe del The New York Times detalla cómo, antes del actual conflicto, Ucrania había demostrado su valor para Estados Unidos al recopilar interceptaciones que confirmaron la implicación rusa en el derribo del vuelo 17 de Malaysia Airlines en 2014, y ayudar a identificar a los operativos rusos involucrados en la interferencia en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016. Desde 2016, la CIA comenzó a entrenar una fuerza de comandos ucraniana de élite, la Unidad 2245, que ha sido fundamental en capturar drones rusos y equipos de comunicación, permitiendo a los técnicos de la CIA desentrañar los sistemas de cifrado de Moscú.

La evolución de la colaboración entre Washington y Kyiv se remonta a una época de desconfianza mutua que, con el tiempo, se transformó en una sólida alianza gracias a los esfuerzos concertados de oficiales de inteligencia ucranianos. Este esfuerzo culminó en una red de inteligencia que es crucial para las operaciones actuales contra Rusia, especialmente ahora que Ucrania depende más de la inteligencia para llevar a cabo sabotajes y ataques con misiles de largo alcance. La visita secreta de William J. Burns, director de la CIA, a Ucrania la semana pasada es un testimonio de la importancia continua de esta asociación.

La relación entre la CIA y sus contrapartes ucranianas, construida sobre la base de un enemigo compartido en la figura del presidente ruso Vladimir V. Putin, ha ido más allá de la mera recopilación de inteligencia. Ha involucrado operaciones encubiertas y la formación de una nueva generación de espías ucranianos que operan dentro de Rusia y en otros lugares claves alrededor del mundo. Este inquebrantable vínculo ha sido una espina en el lado de Putin, quien ha visto cada intento de mantener a Ucrania dentro de la esfera de influencia de Rusia como una provocación de las agencias de inteligencia occidentales.

El informe destaca cómo los malentendidos y las percepciones erróneas sobre esta asociación por parte de Rusia han influido en la decisión de Putin de invadir Ucrania, subestimando la profundidad y efectividad de la colaboración entre Kiev y Washington. Aunque preocupados por provocar a Moscú, oficiales estadounidenses fueron convencidos gradualmente sobre el valor de un socio confiable en Ucrania, llevando a una asociación de inteligencia única en su efectividad y alcance.

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú

La CIA estrecha lazos con Ucrania tras la crisis de 2014, con una asociación que emerge en un momento de vulnerabilidad para el país europeo, según se desprende de una serie de eventos críticos y decisiones diplomáticas. La relación, que comenzó con un pedido de ayuda de la nueva dirección de inteligencia ucraniana para reconstruir su agencia, ha evolucionado hasta incluir colaboraciones en inteligencia y entrenamiento militar, destacando un enfoque cauteloso por parte de la agencia estadounidense para evitar provocaciones a Rusia.

En febrero de 2014, tras la huida del gobierno pro-Kremlin y en medio de una creciente inestabilidad, Valentyn Nalyvaichenko, recién nombrado jefe de espías de Ucrania, contactó a la CIA y al MI6 buscando apoyo para reestructurar la agencia de inteligencia del país. Este contacto inicial se produjo en un contexto marcado por la anexión de Crimea por parte de Rusia y el inicio de tensiones en el este ucraniano, lo que llevó a Nalyvaichenko a solicitar asistencia en inteligencia de la CIA.

La cooperación entre Ucrania y la CIA se intensificó tras estos eventos, con visitas de altos funcionarios estadounidenses a Kiev y la introducción de equipos de comunicaciones seguras y entrenamiento especializado por parte de la CIA. A pesar de las restricciones impuestas por la Casa Blanca que buscaban evitar una escalada con Rusia, la asociación logró fortalecer las capacidades de inteligencia ucranianas, destacándose la creación de una unidad paramilitar, la Quinta Dirección, enfocada en operaciones detrás de las líneas enemigas.

En un giro de eventos en 2015, Petro Poroshenko, entonces presidente de Ucrania, reemplazó a Nalyvaichenko pero las colaboraciones continuaron con el nombramiento de General Kondratiuk en la dirección de la agencia de inteligencia militar del país, el HUR. Kondratiuk estableció un vínculo directo con la CIA, compartiendo documentos secretos rusos y facilitando una cooperación más profunda que incluyó mejoras en la capacidad de intercepción de comunicaciones militares rusas.

Esta alianza entre Ucrania y la CIA ha sido marcada por una cuidadosa navegación diplomática y estratégica, buscando reforzar las defensas ucranianas sin cruzar líneas rojas que podrían llevar a un conflicto abierto con Rusia. La colaboración se ha mantenido firme incluso frente a cambios políticos internos en Ucrania, demostrando la importancia de los lazos personales y el compromiso compartido para enfrentar desafíos de seguridad en la región.

En Ucrania, con el apoyo financiero y el suministro de equipos por parte de la CIA, inició la reconstrucción clandestina de una base, atacada previamente por misiles rusos, bajo el mando del General Dvoretskiy. Este recinto subterráneo se ha convertido en un centro de operaciones para infiltrarse en las redes de comunicación seguras del ejército ruso. Además, se han establecido programas de formación en ciudades europeas para enseñar a oficiales de inteligencia ucranianos a insertarse en Rusia bajo identidades falsas, en una operación conocida como Operación Goldfish.

La base secreta, afectada por los ataques tras la invasión rusa, fue recuperada gracias a las contribuciones de la CIA en términos de financiamiento y equipos. Para evitar detecciones, las labores de construcción solo se realizaron de noche y durante ausencias de satélites espías rusos, con precauciones adicionales como el estacionamiento de vehículos a distancia del lugar. Dentro del búnker, equipos de comunicación y servidores, algunos financiados por la CIA, son utilizados para el hackeo de redes militares rusas y la vigilancia de sus actividades a nivel mundial, incluida la monitorización de instalaciones militares estratégicas en los Estados Unidos.

La Operación Goldfish no solo comprendió la reconstrucción de la base sino también la instrucción de oficiales ucranianos en el extranjero. Esta capacitación, centrada en habilidades de espionaje y la creación de identidades falsas, tuvo como objetivo infiltrar a estos agentes en territorio ruso y en otras naciones. La operación ha resultado en la creación de bases operativas a lo largo de la frontera con Rusia, desde donde se coordinan redes de inteligencia dentro del país.

A pesar de la colaboración en inteligencia y contrainteligencia, la CIA estableció límites claros, rechazando cualquier asistencia en operaciones letales ofensivas hacia Rusia. Según señaló un oficial estadounidense de alto rango, la agencia diferencia entre la recolección de inteligencia y acciones bélicas directas. Esta cooperación ha generado un intercambio de inteligencia tan amplio que requirió su procesamiento en Langley, sede de la CIA, demostrando la rápida confianza desarrollada con los aliados ucranianos.

La relación entre la inteligencia ucraniana y la CIA se ha tensado durante años debido a operaciones encubiertas y planes de ataque dentro del territorio ruso y la península de Crimea, ocupada por Rusia. Después de ver rechazada su petición de imágenes satelitales y asistencia de la CIA para una misión destinada a instalar explosivos en depósitos de trenes militares rusos, oficiales ucranianos decidieron proceder con sus planes sin el aval estadounidense. Esto incluyó un intento fallido de ataque en Crimea que resultó en una vigorosa reacción diplomática por parte de Estados Unidos y la destitución de altos mandos militares ucranianos involucrados.

El presidente ucraniano Zelensky
El presidente ucraniano Zelensky

En marzo de 2021, el ejército ruso comenzó a acumular tropas en la frontera con Ucrania, lo que generó especulaciones sobre si el presidente Vladimir Putin estaba planteando una falsa amenaza o preparando una guerra. Según informes de inteligencia de la CIA y el MI6 emitidos a finales de ese año, Rusia se preparaba para una invasión a gran escala con el objetivo de derrocar el gobierno ucraniano y establecer un líder títere en Kiev. Estas agencias compartieron con Ucrania información exclusiva sobre posibles blancos de asesinato o captura por parte de Rusia, así como los planes de Rusia para instaurar funcionarios pro-Kremlin en el poder.

Ante la proximidad de la invasión, William J. Burns, director de la CIA, realizó una visita de emergencia a Kiev en enero de 2022 para informar personalmente al presidente Volodymyr Zelensky y sus asesores sobre la inminente amenaza, aunque ellos parecían no estar completamente convencidos de la gravedad de la situación. A medida que el conflicto se intensificaba, la CIA obtuvo autorización de la Casa Blanca para proveer apoyo de inteligencia para operaciones letales contra las fuerzas rusas en territorio ucraniano, lo que incluía los planes de ataque rusos con detalles alarmantemente específicos.

En los primeros días de la guerra, la información proporcionada por la CIA jugó un papel crucial en la defensa ucraniana, incluyendo la interrupción de un supuesto complot para asesinar a Zelensky. Además, la asistencia de las agencias estadounidenses y británicas contribuyó significativamente al esfuerzo bélico de Ucrania, desde la verificación de inteligencia sobre movimientos de tropas rusas hasta la coordinación de contraataques efectivos.

A medida que el conflicto se prolonga, oficiales de inteligencia ucranianos expresaron preocupaciones respecto a la continua asistencia de la CIA, especialmente ante las discusiones en el Congreso de EE.UU. sobre la posibilidad de reducir el apoyo financiero a Ucrania. No obstante, la reciente visita de Burns a Kiev ha sido interpretada como una señal de compromiso sostenido de Estados Unidos con Ucrania.

La CIA y el servicio de inteligencia ucraniano, han establecido bases secretas para interceptar comunicaciones rusas, lo que ha incrementado la producción de inteligencia. Esto refleja la importancia crítica de la cooperación internacional en la recopilación de información vital para la defensa de Ucrania ante la agresión rusa.

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