
En la República Dominicana la Biblia tiene una importancia que trasciende lo meramente religioso. Su presencia en el centro del escudo nacional y, por tanto, en la bandera, le otorga una dimensión que conecta lo espiritual con lo cívico, recordándonos que forma parte de nuestra identidad colectiva. Su influencia también alcanza lo político y lo social, ya que contamos con un mes dedicado a ella y un día nacional instituido por ley. Esto demuestra que los dominicanos reconocemos en la Biblia no solo el libro más leído e influyente de la historia, sino también un elemento que ha acompañado nuestro devenir histórico.
Cada 27 de septiembre celebramos el Día Nacional de la Biblia, instaurado mediante la Ley 204-84 en 1984, siendo nuestro país el primero en el mundo en dedicar oficialmente una fecha a este libro. La iniciativa surgió del reverendo Álvaro Vicioso Santil, pastor de la Primera Iglesia Evangélica Dominicana en San Pedro de Macorís, quien durante 21 años dirigió la Sociedad Bíblica Dominicana y además fundó el Colegio Evangélico Limardo. Santil dedicó largos años a visitar el Congreso Nacional en busca de apoyo, aunque sin éxito. Finalmente, encontró respaldo en el diputado David Escotto Veloz, también de San Pedro de Macorís y miembro de la misma iglesia. Escotto Veloz, que había sido regidor y síndico, presentó la moción en la grabadora de Diputados, donde fue aprobada sin objeciones, abriendo paso a la institucionalización de esta conmemoración.
La elección de septiembre tiene raíces históricas que explican su relevancia tanto para católicos como para protestantes. En el caso de la Iglesia católica, el 30 de septiembre se recuerda a San Jerónimo, fallecido en el año 420, quien dedicó su vida a la traducción de la Biblia al latín, conocida como la Vulgata. Para los protestantes, la fecha está asociada al 26 de septiembre de 1569, cuando se concluyó en Basilea la impresión de la primera Biblia en español, traducida por Casiodoro de Reina, conocida como la Biblia del Oso. Más adelante, Cipriano de Valera revisó dicha traducción y dio origen a la célebre versión Reina-Valera, que aún hoy sigue siendo la más difundida en el mundo hispanohablante.
Un aspecto de gran ganancia simbólico es que en el escudo nacional la Biblia aparece abierta en el Evangelio de San Juan, capítulo 8, versículo 32, con el texto: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Esta cita, que une la fe con la libertad, ha quedado grabada como parte esencial de la heráldica dominicana, convirtiéndose en un recordatorio permanente del vínculo entre las convicciones espirituales y el ideal de independencia que ha guiado nuestra historia.
Un dato de especial interés es que la Biblia llegó a América desde el primer viaje de Cristóbal Colón en 1492. En la isla La Española se registró su primer uso oficial durante la celebración de la primera misa en América, el 6 de enero de 1494, en La Isabela, Puerto Plata, oficiada por el sacerdote Bernardo Boil. Más adelante, a finales del siglo XVI, la Biblia protestante ingresó a la isla a través de los contrabandos provenientes de colonias inglesas, francesas y holandesas, en el marco de la Reforma Luterana. Estos hechos se vinculan con acontecimientos históricos de gran impacto como las Devastaciones de Osorio, lo que muestra que la presencia de la Biblia en nuestro territorio no solo forma parte de la fe, sino también de los procesos históricos que marcaron la vida del país.


