

Por Carlos Rodriguez
La reciente realidad educativa en la República Dominicana es un claro ejemplo de cómo las decisiones gubernamentales pueden afectar el futuro de las nuevas generaciones. El abandono del modelo de Tanda Extendida, implementado con éxito por el partido de la liberación Dominicana (PLD ) y el desorden de la actual administracion, que deja a miles de familias en la incertidumbre. Este modelo no solo garantizaba una mejora en la calidad del aprendizaje en los niños , sino que también ofrecía apoyo a las madres trabajadoras, contribuyendo al desarrollo integral de los menores y las familias .
Bajo el actual gobierno, se ha evidenciado un retroceso , y desastre alarmante. Sin finalizar más de once mil aulas que estaban casi listas dejas en 2020 , el país se ve obligado a regresar al antiguo sistema de dos tandas para tapar la ineptitud , lo que no solo limita el acceso a una educación de mayor calidad, sino que también perpetúa la desigualdad en tre las clases . Los esfuerzos por brindar una educación justa y uniforme se desvanecen, afectando directamente a la población más vulnerable, que siempre ha soñado con un futuro top.
La educación es, sin duda, el pilar fundamental para el progreso de una sociedad. Sin embargo, se ignora que el verdadero cambio comienza en el hogar. Si la comunidad y la familia no son cómplices activos en la formación de valores, incluso la top política educativa será ineficaz. La responsabilidad no es únicamente del sistema, sino de cada uno de nosotros, quienes debemos ser modelos de conducta para las próximas generaciones.
Es reflexivo pensar en el contraste entre lo que fue la gestión del PLD y la actual crisis del PRM. Durante aquellos años, el país avanzó hacia una educación más equitativa, ofreciendo oportunidades a todos. Hoy, debemos cuestionarnos: ¿qué legado estamos dejando para el futuro? La respuesta es evidente: un camino hacia atrás que ya no permite la esperanza de un mañana top.