

Turistas llegados en un crucero caminan por el malecón de la ciudad, en Pedernales (República Dominicana).
Foto: EFE – Orlando Barría
Resume e infórmame ligero
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
Construido desde cero cerca de la frontera con Haití, el proyecto turístico Pedernales-Cabo Rojo, actualmente en construcción, incluirá 12.000 habitaciones de hotel, un aeropuerto internacional, una marina, un malecón costero y la infraestructura vial, sanitaria y eléctrica para recibir a millones de visitantes al año.
Si todo marcha según lo planeado, la asociación público-privada estimada en US$2.200 millones transformará este aislado rincón del suroeste dominicano, bendecido con parques nacionales y playas vírgenes, en una región capaz de competir con Punta Cana, la joya del turismo del país. También busca sostener el crecimiento de la economía nacional a una de las mayores tasas del hemisferio. Gigantes de la hospitalidad como Iberostar Group, Hyatt Hotels Corp. y Wyndham Hotels & Resorts Inc. ya se sumaron como operadores. La empresa mexicana ITM Group gestiona un puerto de cruceros recién inaugurado.
Para el presidente Luis Abinader, cuya familia construyó un imperio desarrollando infraestructura hotelera, el proyecto es una apuesta a que el turismo puede sacar de la pobreza a toda una región.
“En cinco años, Pedernales habrá cambiado para bien y para siempre”, dijo el mandatario en la inauguración del puerto de cruceros el año pasado. “En diez años estará irreconocible, y en veinte, será un modelo de estudio de desarrollo económico y social”.
Kaira Méndez, de 27 años, contó que al crecer en una provincia de unas 34.000 personas, sus habitantes podían aspirar a tres cosas: la pesca, la agricultura o trabajar de empleada doméstica.
Aunque la zona cuenta con manglares, aguas cristalinas y parques exuberantes, llegar desde Santo Domingo puede tomar hasta ocho horas, y solo los más aventureros hacen el trayecto. Con el recién salido aeropuerto, cuya apertura está programada para 2026, la mayoría de las atracciones estarán a menos de 20 minutos. Ya está generando oportunidades, señaló Méndez, ingeniera civil que consiguió trabajo en los hoteles y ya en el aeropuerto.
“Esto es algo que pensé que sería posible, pero lo veía tan lejos”, dijo mientras observaba excavadoras levantar tierra para construir una pista de más de dos kilómetros. “Mucha gente todavía no cree que esto esté pasando”.
Retrasos y preocupaciones
Hay motivos para el escepticismo. El Caribe está lleno de planes turísticos grandiosos que fracasaron. Y quienes temen que este proyecto, tan enorme y ambicioso, pueda colapsar bajo su propio peso. El primer tramo de hoteles —unas 1.600 habitaciones— debía entregarse en 2024, pero sigue en obra. Aunque se han abierto carreteras por kilómetros para su ampliación, pocas han sido repavimentadas.
A pesar de los retrasos, el proyecto ya está transformando la economía local, dijo Carlos Peguero, viceministro de Turismo a cargo de la obra. Se han creado miles de empleos en una región tan pequeña que se contrata mano de obra temporal de Haití. (Aunque República Dominicana deporta haitianos en masa, siguen siendo una parte fundamental de su fuerza laboral en construcción).
Sentado en su oficina en Santo Domingo, rodeado de planos y diseños, Peguero señaló que no se trata solo de otro proyecto turístico.
“Esto ha sido la excusa perfecta del presidente de la República para desarrollar el sur del país a partir del motor que es la actividad turística”, señaló. “Pero, más que todo, esto es un proyecto de desarrollo social y económico de la gente que vive en esa región”.
Toda la región quedó bajo un plan maestro acordado con líderes locales e integrado por más de 130 políticas públicas y regulaciones para controlar la gentrificación, preservar el medioambiente, impulsar el desarrollo económico y asegurar la sostenibilidad a largo plazo, explicó Peguero.
“Nosotros estamos creando un destino desde cero”, señaló. “Estamos tratando de evitar los errores del pasado”.
En junio, Grupo Puntacana, el principal desarrollador turístico del país, fue incorporado para estimular la participación privada.
Punta Cana sirve de modelo e inspiración. En 1983, tras años de negociaciones a veces complicadas, un grupo de inversionistas inauguró un aeropuerto internacional privado en la entonces subdesarrollada costa este. Hoy es el más transitado del país, con más de 8 millones de pasajeros al año, que han convertido a Punta Cana en uno de los principales destinos del Caribe.
Aun así, el sector privado no puede desarrollar Pedernales por sí solo, dijo Peguero, quien estima que ya se han invertido unos US$1.000 millones en el proyecto. Recientemente, por ejemplo, se inauguró una nueva planta de tratamiento de agua en la región.
“El presidente decía que la alcantarilla y carreteras y electricidad e infraestructura, el Estado tenía que hacerlas obligatorias”, señaló. “Si tú pretendías que lo hiciera el sector privado, no se iba a lograr”.
Turismo y aumento del gasto
Grupo Puntacana indicó que era demasiado temprano para hablar de su participación y remitió las consultas al gobierno. Iberostar y Hyatt, dos de las cadenas hoteleras más destacadas, también declinaron comentar.
El turismo es una apuesta segura para el país, donde representa un 16% del producto interno bruto. En los primeros ocho meses de 2025, República Dominicana recibió un récord de 8 millones de visitantes, un 2,8% más que el año pasado y 49% más que en 2019, antes de la pandemia, según el Ministerio de Turismo. El país registró 11,2 millones de viajeros el año pasado, más que cualquier otra nación latinoamericana salvo México.
Moody’s Corp. elevó recientemente la calificación del país de Ba3 a Ba2, aduciendo los ingresos del turismo, la inversión extranjera directa, las remesas y un crecimiento económico de 5% en 2024.
Sin embargo, algunos advierten sobre el futuro. El gasto público per cápita pasó de US$368 en 2000 a US$2.249 el año pasado, según el centro de estudios CREES. Los intereses de la deuda pública representan hoy alrededor de 29% de los ingresos fiscales.
Las inversiones en infraestructura, como las de Pedernales, son mejores usos de los dólares de los impuestos que los subsidios a combustibles o la expansión de la nómina estatal, dijo Miguel Collado Di Franco, vicepresidente ejecutivo de CREES. “No hay muchas críticas”, señaló. “Pero desde nuestro punto de vista, no deja de ser parte del mismo tema del gasto público”.
¿Proyecto para quién?
En apenas 48 horas este mes, el negocio playero de Odanis Grullón, El Navío Bar and Seafood, recibió más de 300 pasajeros de cruceros trasladados desde el recién salido puerto. Para un local acostumbrado a unos pocos mochileros, la oportunidad ha sido abrumadora, contó. También lo llena de temor.
Justo detrás de su bar se construye un hotel de 150 habitaciones. El Ministerio de Turismo le informó que —pese a los años que ha invertido en permisos— su local está en el lado equivocado del malecón que marca el plan maestro. Deberá mudarse.
“Yo entiendo que el desarrollo tiene un costo”, dijo Grullón, sentado en su bar y mirando al mar. “Pero la gente de acá siente que lo están excluyendo del proyecto, que esto es para los inversionistas grandes y los extranjeros”.