Las relaciones interpersonales como la amistad, la pareja o el compañerismo en el trabajo fortalecen la salud física y mental.
Las relaciones interpersonales como la amistad, la pareja o el compañerismo en el trabajo fortalecen la salud física y mental.

Las relaciones personales tienen impactos concretos en la salud mental y física de las personas. “La evidencia de investigaciones muy diversas sugiere que tener lazos sociales fuertes se relaciona con una vida más larga”, advierte el Instituto Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos. “En cambio, la soledad y el aislamiento social se relacionan con problemas de salud, depresión y mayor riesgo de muerte temprana”.

Un amplio estudio estableció ya en 2010 que tener bajos niveles de interacción social causa problemas en el cuerpo. “La falta de relaciones sociales equivale a consumir más de 15 cigarrillos por día”, señaló Julianne Holt-Lunstad, la psicóloga que dirigió el trabajo de Brigham Young University.

“No quiero minimizar los otros factores de riesgo porque también son muy importantes”, precisó. “Pero necesitamos empezar a tomar las relaciones personales con la misma seriedad”, agregó Holt-Lunstad. Su trabajo pionero mostró que, además de los beneficios emocionales, las relaciones interpersonales tienen un impacto en la salud física y mental y encontró una correlación entre el fortalecimiento del sistema inmunológico y el mantenimiento de vínculos satisfactorios.

En general las personas con vínculos saludables tienden a experimentar niveles reducidos de ansiedad y depresión y muestran una autoestima elevada y mayor capacidad de empatía. El NIH subrayó que también podrían ayudar a reducir el estrés y los riesgos relacionados con el corazón.

Las personas con vínculos saludables experimentan menos ansiedad y depresión y muestran una autoestima elevada y mayor empatía. (Shutterstock)
Las personas con vínculos saludables experimentan menos ansiedad y depresión y muestran una autoestima elevada y mayor empatía. (Shutterstock)

La coordinadora de Neuropsicología del Hospital Fleni, Lucía Crivelli, incluyó la vida social entre los pilares fundamentales para la salud del cerebro: “Las relaciones interpersonales ocupan un rol clave en nuestro funcionamiento cerebral, desde el nacimiento hasta la madurez. Son críticas para el neurodesarrollo, el desempeño y el incremento de funciones que tienen que ver con el aprendizaje, la memoria y la atención”. Las puso al mismo nivel que la salud cardiovascular, la salud física, la estimulación intelectual y la dieta.

“Las relaciones interpersonales son el estímulo más desafiante que tiene el ser humano porque implican algo impredecible, que involucra el funcionamiento de todo el cerebro”, resumió Crivelli. Y según el NIH, “el contacto físico, desde tomarse de la mano hasta el sexo, puede liberar hormonas y sustancias químicas en el cerebro que no solo nos hacen sentir muy bien, sino que también tienen otros beneficios biológicos”.

Sheldon Cohen, psicólogo de la Universidad Carnegie Mellon especialista en vínculos entre las relaciones y la salud, realizó un experimento interesante, citó el NIH: expuso a más de 200 voluntarios sanos al virus del resfrío común y los observó durante una semana. “Descubrimos que cuanto más diversa era la red social de las personas, es decir, cuantos más tipos de conexiones tenían, era menos probable que desarrollaran un resfrío luego de exponerse al virus”, dijo.

Cohen también estudió cómo funciona el apoyo social ante los daños del estrés. “Los conflictos a largo plazo con otras personas son una fuente de estrés importante que puede afectar la salud. Pero hemos descubierto que sus efectos se mitigan al percibir que se cuenta con apoyo social”, dijo al NIH. “Las personas que tienen niveles altos de conflicto y niveles bajos de apoyo social son mucho más propensas a enfermarse al estar expuestas a un virus. Pero aquellos con muchos conflictos pero también con mucho apoyo social parecerían estar protegidos”.

Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon mostró que a mayor cantidad de relaciones intepersonales, más fuerte era el sistema inmunológico de las personas. (Getty Images)
Un estudio de la Universidad Carnegie Mellon mostró que a mayor cantidad de relaciones intepersonales, más fuerte era el sistema inmunológico de las personas. (Getty Images)

La familia es la primera de las relaciones que se experimenta: el lazo humano que no se elige sino que se da por nacimiento. En el hogar se forman y fortalecen los vínculos interpersonales más básicos. Padres, hermanos, primos, tíos y abuelos: el alcance de la conexión varía dependiendo de los lazos genéticos y las experiencias compartidas, pero estas relaciones suelen ser duraderas y fundamentales.

Las amistades representan un tipo diferente de conexión interpersonal. Se buscan y se crean de manera activa, y con frecuencia los amigos pueden proporcionar un sentido de conexión más intenso que el de la familia. Elementos como la confianza, la transparencia, el apoyo, los valores compartidos y la reciprocidad están en la base de la amistad.

Quizá las relaciones que más se discuten son las románticas, que conjugan el nivel más alto de intimidad tanto emocional como física. “Para muchas personas, el matrimonio es su relación más importante. Y la evidencia de que, en general, el matrimonio es bueno para la salud es muy abundante”, dijo a NIH Janice Kiecolt-Glaser, experta en salud y relaciones de la Universidad Estatal de Ohio. “Pero si la relación no va bien, puede tener consecuencias significativas en la salud”.

Las buenas relaciones se construyen y para eso conviene cultivar habilidades sociales como la empatía, la escucha activa, la asertividad y los límites saludables. (Pexels)
Las buenas relaciones se construyen y para eso conviene cultivar habilidades sociales como la empatía, la escucha activa, la asertividad y los límites saludables. (Pexels)

No se puede subestimar la importancia de las relaciones interpersonales en el trabajo, ya que en el ámbito laboral se pasan muchas de las horas del día. Cuando estos vínculos son positivos se crean buenos hábitos de trabajo, lo cual mejora el ambiente y el rendimiento grupal. Y como esta, otras relaciones menos cercanas pueden ser importantes: vecinos, compañeros de clubes y de grupos sociales de distinta índole.

Más allá de su tipo, las relaciones interpersonales hacen bien a las personas cuando son sanas y constructivas. La mala comunicación y los conflictos las dañan. Por eso es clave cultivar habilidades sociales como la empatía, la escucha activa, la asertividad y los límites saludables.

Esta habilidad social quizá sea clave para permitir una comunicación y una conducta efectivas, señaló la pedagoga y profesora de la Universidad de Costa Rica María Luisa Naranjo. La asertividad permite expresar pensamientos y sentimientos sin provocar angustia o agresividad. La académica definió la asertividad como la conducta aprendida que permite “manifestar abiertamente deseos y pensamientos de forma sincera, abierta y espontánea sin herir al otro” y se basa en la confianza en las propias opiniones y derechos y en el respeto.

Según Naranjo, la persona asertiva evita la manipulación en sus relaciones, lo cual las hace libres; tiene la autoestima alta y es capaz de respetar a los demás. La comunicación funcional que se deriva de esta actitud facilita la interacción ambiental, mientras que la disfuncional la dificulta, vinculándose con una baja autoestima. Como ejemplo, apuntó que una persona pasiva permite que la desmerezcan por temor a molestar y una agresiva anula derechos ajenos. “En cambio, la asertiva expresa ideas y sentimientos, pide lo que quiere y dice que no a lo que no quiere”.

Ponerse a la altura del niño y hacer contacto visual genera empatía en el momento del enojo (Getty)
Ponerse a la altura del niño y hacer contacto visual genera empatía en el momento del enojo (Getty)

En cuanto a los límites, son pautas personales influenciadas por los valores de cada individuo. Según Raquel Peel, investigadora en relaciones interpersonales en la Universidad del Sur de Queensland, “aplicados de manera adecuada, ayudan a mantener relaciones saludables y seguras”.

Los límites pueden ser emocionales, físicos, sexuales, espirituales y culturales, enumeró. En su carácter más constructivo, estos límites actúan como guardianes de la salud mental y el bienestar individual, manteniendo las relaciones positivas y seguras. Pero hay que distinguirlos de actitudes dañinas como, por ejemplo, exigirle a la pareja que indique dónde está en todo momento para protegerla. “Eso no son límites; eso es control coercitivo”, advirtió.

Peel señala también que fijar límites puede reforzar valores y prioridades importantes para cada persona. Por eso deben ser negociados y comunicados de forma clara y abierta, y “a veces esto implica ser flexible y estar abierto a escuchar la perspectiva del otro sobre los límites planteados”. Para que exista ese diálogo sincero se necesita un ambiente de confianza y apertura.

Cultivar la amistad tiene un impacto positivo en la salud física y mental. Hace que aumente la expectativa de vida si poseemos un afianzado grupo de amigos
(Getty Images)
Cultivar la amistad tiene un impacto positivo en la salud física y mental. Hace que aumente la expectativa de vida si poseemos un afianzado grupo de amigos
(Getty Images)

Con respecto a la escucha activa como una habilidad central en las relaciones interpersonales, tiene el valor no sólo de conocer a la otra persona mediante sus palabras sino también de hacerle ver que despierta interés y es valorada. La empatía, por último, permite un comprensión profunda de los sentimientos de los demás, e implica la capacidad de compartirlos, o ponerse en los zapatos del otro. Es una pieza clave en la conexión mutua.

Honrar las diferencias en sentimientos, opiniones y tiempo de los demás promueve los vínculos de consideración mutua; tener una actitud abierta hacia los comentarios y sugerencias, siempre que sean crítica constructiva, fomenta el crecimiento y la mejora personal; dedicar tiempo a una relación demuestra a la otra persona que su presencia y participación son valiosas; asumir la responsabilidad cuando se cometen errores y ofrecer disculpas sinceras contribuye a la fortaleza de la relación.

La calidad emocional de una relación está en el corazón de su carácter, escribió en The Conversation Inés Monjas Casares, profesora honorífica en el Departamento de Psicología e investigadora en la Universidad de Valladolid. A modo de breve catálogo, estableció que existen “relaciones positivas y agradables, ligadas a sentimientos de alegría, amor y seguridad, que ofrecen emociones placenteras” y, por otro lado, también existen “relaciones negativas y desagradables, que están basadas en emociones negativas como la tristeza, el miedo, la desesperanza o la violencia”.

La calidad emocional de una relación está en el corazón de su carácter, según los expertos
Imagen Ilustrativa Infobae
La calidad emocional de una relación está en el corazón de su carácter, según los expertos
Imagen Ilustrativa Infobae

En Las emociones en las relaciones humanas, también el psicólogo Robert Plutchik analizó de qué manera las emociones básicas como la ira, el miedo, la alegría y la tristeza modulan profundamente la dinámica interpersonal. Al analizar la ira, por ejemplo, señaló que “esta poderosa emoción puede corroer hasta destruir una relación si no se la expresa ni gestiona adecuadamente” en lugar de trabajar la asertividad para manifestarla de manera positiva.

Otra de las emociones que Plutchik estudió en su libro es el miedo. Indicó con perspicacia que “el miedo al rechazo o al abandono subyace a muchas conductas disfuncionales y puede sabotear la intimidad entre las personas”. En cambio, hay formas saludables de abordar esos temores universales para de ese modo relacionarse con los demás desde la confianza y la seguridad, en lugar de desde la ansiedad y la duda.

Monjas Casares analizó también cómo intervienen las dinámicas de poder. Las relaciones equitativas y simétricas se encuentran en un extremo del espectro: ambas partes se encuentran en una posición de igualdad, con igual capacidad de poder y decisión, porque ”hay un intercambio bidireccional que asegura la equidad y el balance de los participantes”. En el otro extremo, en cambio, se hallan las relaciones desiguales y autoritarias, “en las que una persona tiene el control sobre otra, que ha de someterse y acatar”. En ese escenario de dominación y sumisión, de superioridad versus inferioridad, se dan vínculos abusivos y tóxicos, caracterizados por malos tratos y violencia interpersonal.

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