
En República Dominicana, la venta de libros usados y nuevos sigue siendo una forma de sustento para muchas personas, especialmente para quienes encuentran en este negocio una salida económica frente a la falta de hábito lector en la población.
Según datos de la Encuesta Nacional de Consumo Cultural 2024, realizada por el Banco Central (BCRD) y el Ministerio de Cultura (MINC), 29% de las personas de 13 años y más declaró haber leído al menos un libro en el último año, mientras que 68.3% de los dominicanos prefiere consumir contenido de lectura en redes sociales.
En medio de esta realidad, libreros como Miguel Liranzo han logrado mantenerse. Él comenzó a vender en 1997, cuando era estudiante. “Tuve que vender mis propios textos para pagar la universidad, y desde ahí me dediqué a esto. No me sobra el dinero, pero con esto crié a mi familia y he vivido dignamente”, cuenta.
En su puesto, los precios empiezan en RD$100 y la clientela principal son estudiantes, abogados y profesores. Algunos le compran desde hace más de 20 años. “A veces fío libros y me pagan mensual. Eso crea confianza”, explica.
Rosa María Sánchez abrió un puesto de libros usados en 2005, asegura que la gente sí busca leer, aunque no todos lo reconozcan. “Aquí vienen estudiantes que necesitan novelas o textos para sus tareas, jóvenes interesados en poesía, y adultos que buscan biografías o libros de historia”, explica.
Su negocio funciona con precios accesibles: los libros se venden desde RD$100, y algunos ejemplares más completos o recientes pueden costar entre RD$200 y RD$500, dependiendo del estado.
El abogado Juan Carlos Martínez confirma que estos espacios siguen siendo necesarios. “A veces necesito códigos o manuales que no encuentro en internet. Los libreros me resuelven volao y con precios accesibles”.
Por otro lado, Altagracia Gómez, ama de casa, dice que para ella los libros son entretenimiento económico. “Una novela de RD$150 me dura más que una película. Leer me ayuda a distraerme”.
Los datos oficiales muestran que, aunque el hábito lector es exclusivo, los libreros mantienen su clientela gracias a precios accesibles y relaciones de confianza. Muchos funcionan casi como prestamistas: apuntan a los clientes en una libreta y les permiten pagar después.
Según datos del Ministerio de Cultura y el Banco Central (2024), el consumo cultural en el país representó 1.6% del PIB, y dentro de ese gasto se incluye la compra de libros, aunque en menor proporción frente al entretenimiento digital.
Los libreros en República Dominicana no solo venden libros, también cumplen un papel social: acercan la lectura a precios bajos, dan facilidades de pago y mantienen vivo un oficio que, pese a las dificultades, sigue resistiendo.