

EL AUTOR es Master en Gestión y Políticas Públicas. Reside en Santo Domingo
El 16 de agosto se cumplen 162 años del inicio de la Guerra de Restauración de la República Dominicana, una fecha emblemática que invita a rendir justo tributo a los héroes que devolvieron al pueblo dominicano su soberanía, arrebatada tras la anexión a España. Aquel levantamiento no sólo fue una respuesta patriótica, sino también una prolongación del ideal independentista proclamado en 1844, mediante el cual un grupo de patriotas le dio nombre y sentido a una comunidad que, desde entonces, se reconoció orgullosamente cómo “dominicana”.
Cada año, el presidente de la República pronuncia un discurso en honor a esos hombres (héroes) y mujeres (heroínas) que, con coraje y determinación, restauraron el país. Rememorar esa gesta es reafirmar que la Nación dominicana sigue siendo —y debe seguir siendo— soberana, libre, íntegra e independiente. En esta ocasión el presidente de la república no pronunció discurso.
Entre los principales protagonistas de aquel movimiento patriótico figuran Gregorio Luperón, Santiago Rodríguez, Benito Monción, José Cabrera, Pedro Antonio Pimentel, Gaspar Polanco, Pepillo Salcedo, Ulises Heureaux, José María Cabral, José Contreras, Cayetano Velásquez, Benigno Filomeno Rojas, Cayetano Germosén, Olegario Tenares, Eugenio Miches y el general Timoteo Ogando Encarnación, entre muchos otros. Gracias a ellos, la bandera tricolor volvió a ondear en lo más alto, y se instauró un gobierno legítimo que representaba la voluntad de todos los dominicanos. De ahí que muchos historiadores sostienen que más que una restauración, se trató de la auténtica independencia frente al dominio extranjero.
Aun antes del Grito de Capotillo, hubo movimientos determinantes que manifestaron el rechazo popular a la anexión. Las protestas anti anexionistas de San Francisco de Macorís y Moca (1861), así como las sublevaciones en Neiba, Las Matas de Farfán, Sabaneta, Yásica y Santiago (1863), marcaron puntos luminosos de una contienda que fue larga, compleja y profundamente patriótica.
La guerra restauradora se inició oficialmente el 16 de agosto de 1863 en Capotillo, un cerro de la frontera norte con Haití, donde un grupo de valientes revolucionarios izaron la bandera nacional, iniciando la epopeya por la recuperación de la libertad. El 14 de septiembre de 1863, los restauradores establecieron un Gobierno Provisional en Santiago y proclamaron el Acta de Independencia, documento en el que se exponían las razones justas y legales de su lucha, según lo ha explicado la Academia Dominicana de la Historia.
Dicha Academia destaca que la anexión a España no fue un deseo colectivo, sino el proyecto de un reducido grupo que desconfiaba de la capacidad del pueblo dominicano para preservar su independencia. Los restauradores entendieron que aquella decisión no representaba la verdadera voluntad de la Reina Isabel II, sino los intereses de sus funcionarios coloniales, quienes abusaban del pueblo dominicano.
A finales de 1864, el movimiento restaurador se había extendido por todo el territorio nacional, levantando las banderas de “Libertad o Muerte” y “Guerra a muerte contra el colonialismo español y los traidores a la Patria”. Finalmente, el 3 de marzo de 1865, el gobierno español emitió el Real Decreto que declaró el retiro de España y la anulación del pacto de anexión.
En este 162 aniversario, hacemos un llamado a todos los dominicanos a honrar la memoria de aquellos héroes y heroínas que ofrendaron su vida por la patria. En tiempos de amenazas externas y de agendas que desafían nuestra identidad nacional, el ejemplo de los restauradores debe inspirar unidad, firmeza y compromiso con la defensa de los valores fundacionales de la República.
Que cada dominicano, al mirar nuestra bandera ondear en lo alto, recuerde que detrás de esos colores hay sacrificio, valentía y amor por la patria. No se trata sólo de conmemorar un hecho histórico, sino de asumir el legado restaurador con responsabilidad, trabajar por un futuro digno y garantizar que la República Dominicana permanezca libre, soberana e indivisible para las generaciones venideras.
El presidente de la república dominicana está en la obligación de rendir honor a nuestros fundadores, preservar a la república dominicana libre y soberana, así como propiciar la educación entre todos los ciudadanos dominicanos para que respeten nuestros símbolos patrios.
of-am
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