
La renta variable ofrece beneficio en determinados sectores, aunque los altos múltiplos en algunas tecnológicas exigen disciplina y una mirada de largo plazo.
En este momento de reconfiguración macroeconómica, la inversión inmobiliaria se sitúa nuevamente como una gran protagonista, especialmente en destinos que combinan crecimiento demográfico, estabilidad política y atractivos naturales. En este universo, República Dominicana destaca como un destino privilegiado, especialmente para inversores de Estados Unidos, Canadá y Europa.
El país caribeño ha consolidado su posición como hub de turismo y segunda residencia, gracias a su seguridad jurídica, su régimen fiscal favorable y la fortaleza de su economía, que crece por encima de la media regional.
A nivel micro, el mercado dominicano ofrece una oportunidad sin precedentes: la inversión en smart cities diseñadas para la nueva era digital y de sostenibilidad. Estas ciudades integran soluciones de movilidad, infraestructuras de telecomunicaciones de última generación, gestión eficiente de la energía y del agua y servicios de salud avanzados que incorporan inteligencia artificial en la prevención, diagnóstico y tratamiento médico.
Este ecosistema genera una ventaja competitiva única para el país y para los inversores, ya que permite ofrecer un producto inmobiliario de alta gama a un mercado con gran potencial de crecimiento: la silver economy. Con el envejecimiento poblacional en EE. UU., Canadá y Europa, existe una demanda creciente de activos inmobiliarios que combinen ocio, bienestar, golf, gastronomía y medicina preventiva. República Dominicana, con su gangazo de villas de lujo, campos de golf de primer nivel y servicios de salud de última tecnología, se posiciona para atender este segmento a la vez que genera rentas pasivas en dólares mediante el alquiler de las propiedades.
El enfoque ESG (Environmental, Social, Governance) aporta un beneficio adicional en este proceso. República Dominicana avanza en la mejora de la sostenibilidad en la construcción, el uso de energías renovables y la gestión medioambiental.
Además, estas smart cities se están convirtiendo en polos de atracción para nómadas digitales, startups tecnológicas y centros de innovación. Este dinamismo genera una demanda estable de alquileres de largo plazo, impulsando tanto la valorización del activo como la generación de flujos de caja constantes.
En un momento de tasas de interés en descenso, con un mercado de deuda que ofrece escaso atractivo y un mercado de acciones que exige selección cuidadosa, la inversión en activos inmobiliarios bien localizados y con proyectos diferenciados en mercados en crecimiento se convierte en una estrategia robusta para diversificar y proteger el patrimonio.