
El compromiso con la justicia social y la ciudadanía activa suele germinar temprano, muchas veces en la adolescencia, cuando la sensibilidad ante la desigualdad se convierte en impulso para actuar.
En República Dominicana, sin embargo, ese impulso choca con una realidad compleja: defender derechos humanos puede ser motivo de criminalización, estigmatización y riesgo. Aun así, hay jóvenes que deciden no callar.
Luz y Yanibel —nombres modificados por razones de seguridad— son dos de esas voces que, desde la juventud, han decidido acompañar a otras niñas y adolescentes en procesos de empoderamiento y defensa de derechos.
Luz estudia medicina y sueña con un mundo más empático y justo. Yanibel, con apenas 19 años, se forma como bioanalista y se ilusiona con mejorar la calidad de vida de niñas en situación de vulnerabilidad. Ambas forman parte de una organización de la sociedad civil que trabaja en prevención de violencia, educación en derechos y acompañamiento comunitario.
Su compromiso nace de una convicción profunda: soñar con un mundo distinto vale la pena, incluso cuando hacerlo implica exponerse. Y es que el activismo, en su experiencia, no es solo una causa, sino una forma de vida que transforma tanto a quienes acompañan como a quienes lo ejercen.
Pero ese camino no está exento de sombras. Las jóvenes relatan cómo su labor las ha colocado en situaciones de vulnerabilidad. Cuestionar estructuras de poder, como el monopolio médico o las políticas restrictivas, puede cerrarles puertas en el ámbito académico o profesional.
Han presenciado cómo sus compañeras mayores reciben ataques en redes sociales, y aunque ellas aún no han sido blanco directo, saben que es cuestión de tiempo. También han vivido incidentes de agresión en espacios públicos durante actividades de formación, lo que les recuerda que su integridad física está en juego. A esto se suma la presión familiar y social: defender derechos suele ir en contra de ideas profundamente arraigadas, generando tensiones emocionales que afectan su salud mental.
“Criticar se vuelve un peligro”, dice Luz, con la serenidad de quien ha aprendido a sostener la palabra incluso cuando tiembla.
Su trabajo se enfoca en temas urgentes: la prevención del embarazo adolescente, la lucha contra el matrimonio infantil y la educación en derechos como herramienta para romper ciclos de violencia. Pero más allá de los contenidos, lo que buscan es crear espacios seguros donde las niñas puedan sentirse escuchadas, libres y capaces de tomar decisiones sobre sus vidas.
El activismo, dicen, también las ha transformado a ellas. Luz cuenta que salir de su “burbuja” le permitió enfrentar su timidez y aprender a expresar opiniones críticas. Yanibel afirma que ya se siente capaz de defender sus propios derechos y acompañar a otras en ese mismo camino. “Cuando una niña te mira con la certeza de que ya cree en sí misma, ese es el motor para seguir”, comparte Luz.
A pesar de los riesgos, ninguna de las dos contempla abandonar. Su mayor inspiración son las niñas y adolescentes que, tras participar en las actividades, muestran mayor seguridad, nuevas aspiraciones y una renovada confianza en sí mismas. Para ellas, el compromiso no es una moda ni una etapa: es una forma de resistir, de transformar y de abrir posibilidades donde antes solo había silencio.
El testimonio de estas jóvenes defensoras revela una verdad incómoda: en República Dominicana, defender derechos humanos sigue siendo una tarea peligrosa, especialmente para las mujeres jóvenes. Y frente a esa realidad, la sociedad tiene una pregunta pendiente: ¿por qué se ataca a quienes dedican su vida a garantizar que otras personas vivan con dignidad?
Luz y Yanibel forman parte activa del proceso Alianza Defensoras y Defensores, una iniciativa que busca visibilizar y proteger a quienes luchan por los derechos humanos. Sus voces pueden escucharse en el episodio “¿Es riesgoso soñar?” del Porque Sueño Podcast, conducido por Lauristely Peña Solano y Michelle Ricardo.