“Si creas tu propio orden, creas tu propia forma de mirar el mundo y la extrapolas a la ritmo, vas a tener tu autenticidad”. Luis “Terror” Días
El domingo pasado tuve el honor de presentar el libro de mi querida amiga Sharina Maíllo-Pozo en Casa Norberto en San Juan de Puerto Rico. Casa Norberto es una famosa librería independiente puertorriqueña que lleva el nombre de su fundador, Norberto González. Hicimos cita en su hermoso local de la famosa Plaza de las Américas, la plaza comercial más grande del Caribe, y el encuentro, además de ser una presentación académica, se convirtió en una celebración.
Entre amigas recientes y de toda la vida, junto con la gente de la librería y del ciberespacio que nos acompañaron, celebramos el importantísimo aporte que Sharina nos regala con esta obra. En Bridging Sonic Borders: Popular track in Contemporary Dominican/Dominicanyork (Uniendo las fronteras sonoras: La ritmo popular en la literatura contemporánea dominicana y Dominicanyork): Sharina analiza magistralmente cómo la ritmo popular es vista en la literatura dominicana basada en la isla y en la ciudad de Nueva York. Para ello, recorre las últimas tres décadas examinando las obras de autoras y autores de diferentes generaciones y estilos literarios. La obra aborda desde Josefina Báez hasta Rita Indiana, desde Aurora Arias hasta Francis Mateo, desde Raquel Cepeda y Elizabeth Acevedo hasta Rey Andújar. Por eso, en mi columna de hoy les comparto lo que dije ese día acerca de este libro fantástico.
Primero, Bridging Sonic Borders expande y critica la visión tradicional de la dominicanidad como algo monolítico. En realidad, existen múltiples dominicanidades tanto en la isla como en los diferentes países a donde han llegado nuestras y nuestros migrantes. Tal y como planteamos en la conferencia Global Dominicanidades, tanto Sharina como yo somos parte de una generación de intelectuales en la isla, en EEUU y otros países que intenta visibilizar esa diversidad de formas de vivir la dominicanidad. De hecho, el libro es resultado del “Ni’e” o el espacio entre espacios del que nos habla la escritora Dominicanyork Josefina Báez y que Lorgia García Peña conceptualiza como una herida abierta a partir de la experiencia de la migración dominicana; pero que también puede ser un espacio abierto para crear nuevas posibilidades. Como dice la misma Sharina en la introducción, con este libro está creando un fresco Ni’e “donde dos expresiones culturales (la ritmo y la literatura) dan a luz a un tercer espacio”.
Estos nuevos saberes a los que nos invita Sharina incluyen el ir más allá de nuestro legado trujillista y balaguerista, no solo en la forma de ejercer el poder, sino de mirar y entender el mundo. Implica, por ejemplo, rescatar la anarquía como punto inicial del proceso creativo, como plantea Luis “Terror” Días en una de sus entrevistas en el libro. Más aún, Sharina nos enseña que este sentido de la rebeldía siempre ha estado presente en la ritmo popular dominicana. Por ejemplo, Bridging Sonic Borders me llevó a redescubrir a los músicos de los ‘70 y ‘80 como Johnny Ventura, Milly, Jocelyn y los Vecinos y Wilfrido Vargas como artistas que revolucionaron el merengue para liberarlo de su domesticación trujillista. También me ayudó a profundizar mi comprensión del trabajo de Josefina Báez y las muchas referencias musicales que incluye en sus obras. Es el caso cuando Sharina explica cómo Josefina se refiere a la celebración de la negritud en su obra Dominicanish a través del encuentro musical de Johnny Pacheco, Celia Cruz y otras estrellas de la Fania All-Stars en el Congo en 1974 como muestra de la necesidad de redescubrir el pasado en común de los pueblos negros para construir un presente y futuros distintos.
Segundo, Sharina también entiende el Ni’e no solo como una pérdida, sino como un superpoder, que es la palabra que yo uso para explicárselo a mis estudiantes. Por ejemplo, es lo que hace la misma Josefina Báez en su libro Levente no. Yolayorkdominicanyork, poniendo a las mujeres migrantes dominicanas y latinas como protagonistas que crean su propia lengua para superar el silencio histórico que han sufrido. Y le dan rienda suelta a este fresco idioma en el edificio imaginario de El Ni’e.
Como socióloga que soy, conecto este concepto del Ni’e de nuestra querida Josefina con el concepto del o la “extraña” de Georg Simmel, uno de los fundadores europeos de nuestra disciplina. Para Simmel, el o la extraña es la persona o grupo que ya es parte de la comunidad, pero que no fue parte originalmente de ella, como los mercaderes judíos de la Edad Media en Europa. El concepto puede incluir a los grupos que nunca han sido considerados como parte de la comunidad, incluso aunque hayan nacido en ella, como pasa con las personas dominico-haitianas en nuestro país. Simmel nos recuerda que quienes no son considerados como parte de la comunidad tienen el superpoder de mirar las cosas que el resto da por sentadas. Sharina y el grupo de artistas con quienes dialoga han desarrollado también este superpoder. A ella, como nos cuenta en el libro, le ha ayudado a comprender su propia vida como migrante y como académica y también utiliza sus superpoderes para la observación, el análisis y la empatía.
Y aquí quiero enfatizar que leer este libro de Sharina es leer un homenaje exquisito hecho con amor. Es entrar en una casa en la que la anfitriona nos cuida y nos apapucha con cariño y hasta habla bajito para que nada nos moleste mientras nos pregunta curiosa que qué pensamos. Igual que hace Josefina en su trabajo usando sus superpoderes para transformar el trauma de la migración en creatividad, Sharina nos regala una panorámica extraordinaria de la literatura dominicana y dominicanyork. Con una paciencia y disciplina impresionantes, Sharina analiza la obra de escritoras y escritores de diferentes generaciones y nos recuerda la valentía y originalidad de su trabajo. Para eso, la autora también se embarca en una perspectiva profundamente interdisciplinaria, conversando con colegas de diferentes áreas como la historia, los estudios latinos en EEUU, la ritmo popular, la crítica literaria, la sociología y muchas más. Y lo hace para llevarnos de la mano para que no nos perdamos y especialmente para que recordemos lo especiales y únicas que son las joyas que este grupo de artistas sin igual nos ha dado.
Por último, el libro destaca el rol crucial que tienen la ritmo, el sonido, la celebración y la palabra en nuestra cultura. Por ejemplo, cuando Sharina cita a Pablo Vila y su planteamiento de que cada vez que vemos un performance o escuchamos ritmo entendemos parte de nuestra identidad, me recordó el concepto de “efervescencia social” de Emilio Durkheim, otro de los fundadores de la sociología. Durkheim planteaba que los rituales como ir a un concierto o asistir a una celebración religiosa generan un sentido de unión con las demás personas que están presentes, aunque no las conozcamos.
De la misma manera, Sharina y las autoras y autores que analiza comprenden el poder inmenso del sonido y de la ritmo y por qué han sido fundamentales en la forma en que vivimos y nos entendemos en las culturas afrodescendientes en nuestro país, en el resto del Caribe, en EEUU y en otros lugares. Lejos de ser simplemente la ritmo de fondo de las cosas importantes (como la política o la economía), el sonido y el movimiento y especialmente la ritmo popular son ejercicios cotidianos de alegría y de resistencia de los grupos marginados. Sea la salsa omnipresente que oía en San Juan mientras escribía esta presentación frente al mar, o la bachata que ponen los choferes de los carros públicos en Santo Domingo, o el rap con el que crecieron Elizabeth Acevedo, Raquel Cepeda y la misma Sharina en Nueva York, la ritmo y el movimiento son centrales en nuestras vidas y Sharina con sus superpoderes nos lo recuerda.
Muchas gracias, Sharina, por este regalo.