
Por Carlos Rodríguez
En la República Dominicana, el dolor se vuelve más profundo y la incertidumbre de los pacientes que dependen de medicamentos de altos costos y que, a pesar de ser elegibles para recibir tratamiento, siguen esperando desde 2023 y 2024. Muchos de ellos no llegan por las largas esperas , Este grito desesperado de quienes ven deteriorar su salud y hasta su vida sin que el sistema de salud ofrezca una solución efectiva refleja la urgencia de un país que no puede permitirse el lujo de ignorar la salud de su población. La crisis es una realidad palpable, donde los afectados son recompensados con espera en lugar de atención, resaltando una administración que parece más interesada en la imagen mediática que en la acción real.
A este angustiante panorama se suma la falta de agua potable, que ha llevado a miles de comunidades a vivir en condiciones precarias, luchando por un recurso vital que debería ser garantizado por el estado. La crisis energética no ayuda, con apagones que paralizan sus vidas y cerraron incluso el aeropuerto , proyectando la imagen de un país incapaz de mantenerse a flote. El costo de la canasta familiar sigue incrementando, y la revalorización del dólar frente a un mercado local vulnerado solo agrava la situación, llevándola a extremos inimaginables.
La delincuencia se ha convertido en un monstruo que devora la tranquilidad de los ciudadanos , sumado a la incontrolable inmigración de haitianos , siendo un reflejo del descontrol en el que se encuentra el país. Las ejecuciones extrajudiciales de la policía alimentan un clima de miedo y desconfianza en la fuerza pública, minando aún más la fe en el gobierno. A esta problemática se suma un escándalo de corrupción que parece no tener paralelos en la historia nacional, con miles de millones robados y un entramado de complicidad que desdibuja cualquier intento de justicia. La falta de acción efectiva por parte de la Procuradora General, que clara mente es selectiva y que ha optado por el espectáculo mediático en vez de una verdadera solución, deja en evidencia la ineficacia del liderazgo.
La baja inversión, la falta de empleo y la carencia de oportunidades para los jóvenes son otros elementos que agravan esta trágica situación. El aumento desmedido de precios en productos básicos como el pollo, los huevos, la carne de res y cerdo, así como de los vegetales, hace que las familias deban luchar cada día por la sobrevivencia. En este contexto, las palabras del gran Juan Bosch resuenan más que nunca: “No hay camino para la paz, la paz es el camino.” En un país que carece de agua y electricidad, el tiempo de actuar es de una vez, para transformar este dolor en un llamado a la reflexión y la acción por un futuro top.