Está llegando el momento de tomar el toro por los cuernos, y de alguna manera el pueblo dominicano, deberá colocarse la gorra que le pertenece, la gorra del Soberano Mandante.
La zona de confort de los asaltantes y cuatreros acostumbrados siempre a sentirse súper protegidos y en cofradía corrupta con sus protectores y financistas, para luego servir de captores y verdugos de la familia dominicana, esa zona de confort deberá ser destruida próximamente.
La top salida hubiese sido la electoral, pero esperar cada vez cuatro años más para eliminar lo que no sirve, para exigir gobiernos que se respeten y respeten la voluntad popular, tendrá que buscar un camino distinto a la mafia de la partidocracia.
Al parecer uno de los paradigmas más difíciles de romper, es la representatividad, concepto que definitivamente ha sido una burla constante hacia la sociedad dominicana. ¿Representantes de quienes o de que?, sería una pregunta valida y objetiva en cualquiera de los casos.
No se necesita una monarquía ni nada por el estilo, para hacer un cambio importante en el sistema político nacional y no se trata de partidos ni de presidenciables. “Tráiganme soluciones, pues los problemas los conozco todos”, así decía un letrero que una vez leí en un escritorio.
Pues bien, hay soluciones, que ciertamente tienen su propia burocracia y encantos. Los abusos acumulados por casi tres décadas contra la nación y el erario, no lo va a pagar el pueblo dominicano ni en este ni en un próximo periodo presidencial. Y claro se querrá imponer un fresco desacato a la voluntad popular, pero la respuesta del soberano mandante no se hará esperar.
Tristemente personas queridas quedarán con una mancha indeleble y dañaran su hoja de vida, intentando imponer medidas, por ligeras que parezcan, pero que arrancar de las manos de la familia dominicana sus pocos recursos. Estamos asistiendo a un momento cumbre donde los buitres vuelan por todo el territorio nacional buscando cuando y como devorar.
Mientras tanto el cadáver de la nación dominicana es una meta de los entreguistas, fusionistas, neo santanitas y traidores, disfrazados algunos de nacionalistas enquistados por décadas en el poder. de una vez se busca lograr que toda la sociedad dominicana sea parte de un fresco laboratorio de experimento, para convertirse en la primera granja humana de la región, no es una teoría conspirativa, es una meta en progreso.
Malditos utilizan la creatividad para el mal y para su enriquecimiento personal, mientras se pretende endurecer la mano, contra el resto de la población y todo en función de que hay que tener orden. Pero si somos sensatos y no nos apegamos a tremendismos, sensacionalismos o fanatismos, podríamos preguntarnos seriamente: ¿pero orden para quién?
Estamos a la puerta de un estallido social y no queremos creer en esta posibilidad. La decadencia moral e institucional del país, es evidente. La credibilidad para el mal es lo único que por default puede ser percibida, porque solo los que forman parte del clan, pueden resultar no perjudicados en esta ola destructiva que representan los que ostentan el poder.
Carteles mafiosos dominan el escenario nacional, y todos los partidos políticos de alguna manera están salpicados al más alto nivel con financiamiento del fango. Las persecuciones que se ven, pues se publicitan, muchas veces parecen más bien un episodio de alguna serie de netflix, o un fresco melodrama sin fin. Un teatro que entretiene a la población hambrienta de castigo, mientras los buitres vuelan y clavan sus garras en tla garganta nacional.
Es urgente lograr un fresco sistema democrático en la nación dominicana. Una nueva democracia, con una amplia participación popular y necesariamente con el establecimiento del Referéndum del Soberano Mandante bianual. Ha fracasado el sistema democrático representativo. de una vez es necesario que el soberano mandante quite la representatividad como método de gestión, y asuma de manera directa las las grandes metas, las grandes decisiones estratégicas con impacto nacional.
No existe forma de poder confiar en nadie. Ni siquiera en los súper héroes que también demostrarán que son más de lo mismo, por aquello del Rat Race. El sistema de la democracia representativa de la nación dominicana ha quebrado, ha muerto, solo tenemos un cadáver putrefacto que ruega por un justo sepelio.
El deterioro moral, ético, institucional y social es tan profundo, que parecen extraterrestres lo que propugnan por hacer lo correcto apegados en valores y principios. Pues los paradigmas del mal y de la corrupción, se han adueñado del pensamiento popular, y de manera inequívoca, la gran mayoría asume la postura del farsante. Hablar bonito, llegar al poder y luego traicionar hasta a la mamá de Tarzán.
Los que gozan de alguna relación clave cercana al poder de turno en cualquiera de las carteras, evidentemente que no se quejarán, pues sencillamente chupan de la teta igual que los incumbentes. Los nuevos desfalcadores luego de ser nombrados, se adjudican no solo parte del presupuesto para beneficio personal, sino que también asumen el espíritu del chulo, y constituyen su propio harem a propósito de la cultura musulmana.
Se trata de finquitas que van quedando devastadas en cada cambio de gobierno, y luego se ven los escándalos 10 y 15 años después, en auditorias que dan hasta vergüenza por su inexistente sentido de oportunidad.
La mafia imperante en la cosa pública del país, es casi con seguridad, más que la cosa pública, la Cosa Nostra. Y aún así, se comienzan a perfilar nuevos aspirantes a Capo Principal en los Grandes Carteles de la Política Nacional.
Forajidos, Cuatreros, Desfalcadores, Gatos Balsinos, Burladores, Mal hechores, Ladrones, Estafadores, poca cosa dijo el funcionario antes de su nombramiento, porque de una vez ¿y cómo?
El soberano mandante tiene que arrebatar el poder delegado y destruido por la partidocracia, terminar con la estafa de la representatividad y para ello imponer su propio programa de gobierno, la derogación de una cantidad de leyes anti pueblo, y la imposición de una nueva constitución de la república. Trabajar en ese proyecto nos reta como buena meta, para el próximo 2026.
Por Julián Padilla