Agustín Squella: ¿Qué es justicia?



Se trata de una pregunta filosófica y no por ello habría que sacarle el cuerpo a un artículo de prensa sobre esa antigua y persistente actividad que llamamos filosofía. Es cierto que acostumbramos eludir ese tipo de preguntas y que a menudo nos contentamos con emplear la palabra justicia, sin ulteriores explicaciones, como si su masiva y reiterada mención dejara en claro su significado o nos bastara con impulsarla solo a partir de los sentimientos. A cada momento afirmamos que algo es justo o injusto –por ejemplo, un proyecto de ley, una ley ya aprobada, una sentencia judicial, una política pública, la sociedad en que vivimos, el mundo que habitamos, una decisión cualquiera que afecta a otro u otros–, pero no es frecuente que nos detengamos a pensar qué se quiere decir en uno y otro caso.

Por eso es que la llamada vía negativa resulta la más fácil de emplear cuando estimamos o declaramos que algo es justo o injusto. Esa vía consiste en darse cuenta de aquello que es injusto, activándonos para su corrección, o para su denuncia si el asunto escapa a nuestras manos. Si los niños invitados a un cumpleaños sostienen que es justo que cada uno reciba un trozo de pastel, se verían en aprietos si alguno de los presentes preguntara “¿qué es lo justo?”. Sin embargo, los niños declararían a coro que resultaría injusto si algunos invitados no recibiera torta alguna o la tuviera en menor cantidad que los demás. Nos percatamos rápidamente de cuando una decisión o acción pueden ser injustas, pero no siempre estamos en condiciones de decir qué es la justicia.

Una de las maneras de avanzar en la comprensión de la justicia consiste en consultar a los expertos, generalmente ocupados de disciplinas como la filosofía moral o la teoría del derecho. El problema es que a un posible acuerdo acerca de qué es justicia –digamos en el concepto de ella–, suele seguir un abierto y a veces profundo desacuerdo entre las distintas concepciones o doctrinas de la justicia. Por ejemplo, si se emplea la palabra justicia como uno de los fines del derecho, podría decirse, con Bobbio, que ella es el conjunto de bienes e intereses para cuya protección y desarrollo los humanos recurren a esa técnica social que llamamos derecho, pero un concepto tan plausible como ese abre de inmediato la discusión acerca de la existencia de variadas y no pocas veces contrapuestas respuestas sobre cuáles serían, determinadamente, esos bienes e intereses que es preciso proteger y promover.

Norberto Bobbio es uno de los autores que se puede consultar al respecto. Turinés, tuvo una frecuente e importante actividad académica también en otros países –especialmente en España–, donde continúa habiendo una destacada presencia de discípulos del jurista y filósofo italiano, reforzada hoy por la muy reciente edición de la obra de este autor, Teoría de la justicia, a cargo de Alberto Filipi. En dos universidades españolas, Bobbio recibió su Doctorado Honoris Causa: la Autónoma de Madrid y la Universidad Carlos III, y en 1986 dictó en Chile dos conferencias, una sobre pluralismo y la otra sobre fundamento y futuro de la democracia.

Pensando en lo que se llama justicia social, Bobbio, atrevidamente para tiempos monolíticos de una sola pieza, profesó una concepción que él consideró tanto liberal como socialista, lo cual solo en apariencia resultó una contradicción de su parte: liberal por su apego a las libertades, y socialista por su defensa de la igualdad en las condiciones materiales de existencia de los individuos, si bien no la igualdad de todos en todo, sino en algo, algo que no puede sino consistir en aquellas condiciones necesarias de satisfacer para llevar una vida digna, responsable y autónoma. El ejercicio y disfrute de las libertades se ve continuamente obstaculizado por condiciones materiales de existencia que, en los hechos, no permiten tal ejercicio y disfrute. Las libertades pueden quedar como letra muerta escrita en un papel si las personas y sus familias no comen tres veces al día, y donde comer es algo más que el acto de llevarse alimentos a la boca.

Ya sé que la palabra socialismo asusta a algunos, pero no si se la vincula con la democracia que declara, garantiza y promueve las libertades de que todas las personas son titulares. También asusta a veces la palabra liberal, como si esta última cubriera solo la libertad de iniciativa económica o se tratara de aquella que es por lejos la más importante.

¿Se podrá decir qué es justicia sin considerar tanto la libertad como la igualdad en los sentidos antes explicados?

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