¡Arráncate, Xóchitl! | Opinión | EL PAÍS México



Tras el segundo debate presidencial, el líder nacional del PRI realizó una declaración que ha desatado especulaciones de todo tipo. En entrevista con Ciro Gómez Leyva señaló que —por amor a México y por una cuestión de vergüenza— Álvarez Máynez debería bajarse de la contienda en favor de Xóchitl Gálvez. Lo invitó a imaginar (aunque fuese por una vez) que los 33 puntos porcentuales de la alianza, junto a los siete del emecista, sumarían más que los 60 de Sheinbaum para, de una vez por todas, vencerla.

—¿Y qué ganaría yo, además de ser reconocido como héroe nacional? —se habrá preguntado Máynez un poco azorado.

—¡Te haremos espacio en el Instituto de la Juventud! —replicó un espléndido Alito sin tono paródico.

Ni Gómez Leyva ni su auditorio pudieron contener la risa.

Los argumentos presentados por Alejandro Moreno fueron estériles. Quesque ambos candidatos interpelan al mismo público juvenil y quesque Gálvez es la mera buena para derrotar al obradorismo. Poco sospechaba Alito que la realidad lo acorralaría pronto —prontísimo—: encuestas recientes muestran a Máynez por encima de la candidata multicolor en estados tan relevantes como Jalisco (6.5 millones de votantes) y Nuevo León (4,4 millones).

La invitación de Alito a Movimiento Ciudadano no fue generosa. Tampoco original. En México, la convocatoria a declinar en favor del adversario es lugar común. El fenómeno ha asomado las narices en nuestras elecciones presidenciales recientes. Va un breve recuento.

En el 2000, Muñoz Ledo —del histórico y renacido Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) — con menos del 1% de intención de voto, se unió a la empresa foxista. La declinación fue del todo intrascendente: el destino del PARM, con y sin declinación, estaba sellado: perdió su registro aquel año.

En el 2006, Andrés Manuel intentó sin éxito persuadir a Patricia Mercado —aspirante por Alternativa Socialdemócrata y Campesina— para que declinara en favor de su causa. Aquel partido obtuvo 2.70% de la votación total. Quienes creen en el recuento oficial y sostienen que la diferencia entre Calderón y AMLO en aquella elección fue solo del .56%, argumentarán que la falta de declinación de Mercado fue definitoria para el fracaso obradorista. Los que no nos compramos semejante cuento, comprendemos que el destino estaba arreglado.

Para 2018, Margarita Zavala retiró su candidatura independiente antes del segundo debate presidencial y después de que su nombre ya estuviera impreso en la boleta. La intención de voto por su candidatura estaba por debajo del 4%. Se esperaba —con toda sensatez— que su renuncia beneficiaría a quien fuera su compañero de partido, Ricardo Anaya. No sucedió. Tras la renuncia de la ex primera dama, la intención de voto de los candidatos opositores — Meade y Anaya— continuó yendo de bruces. Ello llevó a que ambos aspirantes invitaran a una alianza mutua, sin embargo, aquella incipiente posibilidad de camaradería quedó sepultada tras el tercer debate. Anaya amenazaba con encarcelar a Peña Nieto y, este último, incitaba una feroz investigación en su contra. Entre bomberos se pisaron la manguera.

Seis años después, la historia se repite como farsa: Alejandro Moreno recita las palabras del ancestral encantamiento declinador. Lo que sea para dañar al villano de Macuspana.

La falsa llamada de Alito, más que convocatoria, parece invitación a saltar al vacío. ¿Por qué Dante Delgado habría de renunciar a una votación —bajita la mano— del 7% y a su correspondiente financiamiento público? Sobre todo, considerando que el pasado 2 de mayo feneció el plazo para sustituir candidatos en caso de renuncia. ¿Acaso padece el síndrome de la Mujer Maltratada y terminará apoyando a sus otrora agresores? ¿Sacrificará su buena imagen en rescate del desastroso concepto de la alianza opositora? Dante no es borracho ni come lumbre.

Los emecistas rechazaron la generosa oferta. Esa negativa —junto con la supuesta deferencia a Sheinbaum por parte de Máynez en el segundo debate presidencial mientras se refería a Gálvez con el mote de prianista que ella se autoasignó— fue para la oposición evidencia bastante de la alianza de MC con Morena: tan bajo es el estándar probatorio en estos días.

Con todo, el verdadero mensaje que la alianza opositora quería posicionar se difundió: votar por Máynez es desperdiciar tu voto.

No lo es.

Andrés Manuel sonríe ante una jugada de refilón. El boicot opositor en Nuevo León contra Samuel García engendró un escenario óptimo para el obradorismo: una tercera vía competitiva para enfrentar a una oposición moribunda, que al tiempo no representa una amenaza importante para Morena. Ganar-ganar. Si las tendencias persisten, la oposición con la que renacerá este país el 3 de junio será una que pueda entablar diálogos y negociaciones con el Gobierno en turno y no una inflexible y obstinada. Un final feliz. No rosa, sino naranja.

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