David Harvey o la ciudad como manual de filosofía


La premisa es aparentemente sencilla. “A todos nos gustaría vivir una vida decente en un lugar digno”. Así resume David Harvey, uno de los grandes teóricos del urbanismo de nuestro tiempo, la hipótesis que debería vertebrar cualquier reflexión sobre política de vivienda. Pero si el punto de partida es simple, no lo es tanto su articulación. Porque la forma en la que se habita un espacio depende de los modelos económicos, de las condiciones generales de vida, del trabajo y el consumo, del pensamiento y, en última instancia, de una posición ideológica. Profesor de Geografía y Antropología en la Universidad de Nueva York (CUNY), Harvey lleva décadas diseccionando las derivadas del desarrollo urbano y su visión no ha cambiado: para tratar de entenderlo -e incluso cambiarlo- hay que analizarlo en su totalidad, como un cuerpo filosófico complejo.

Las ideas que se exploran este jueves en el foro Vivienda justa y prosperidad compartida, moderado por periodistas de EL PAÍS y organizado por el Espacio Cultural del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) y la consultora global Urban Front, tienen como telón de fondo una meta: conquistar el derecho a la ciudad. Para perseguirlo, sin embargo, hay que estudiar primero el mapa general de esa aspiración. A eso se ha dedicado Harvey desde los setenta y hoy, a sus 88 años, continúa hablando apasionadamente de emergencia habitacional, de sistemas productivos y de Karl Marx, su principal referente teórico.

David Harvey, durante su conferencia de esta mañana en Ciudad de México.
David Harvey, durante su conferencia de esta mañana en Ciudad de México. Aggi Garduño

En la conferencia que ha inaugurado el foro, celebrado en el Complejo Cultural Los Pinos, y en el conversatorio posterior con Jan Martínez Ahrens, director de EL PAÍS América, el catedrático ha repasado la evolución de la crisis de la vivienda, un problema de alcance mundial que no tiene visos de remitir. “En 1970 para mí ya estaba claro la provisión de la vivienda se pudiese dar en un sistema de libre mercado. Por ejemplo, en Nueva York hay un gran boom de vivienda y, sin embargo, hay 60.000 personas sin techo. Eso no tiene ningún sentido. El boom es para que las personas más ricas del mundo puedan tener un penthouse en Manhattan”, ha lamentado. No obstante, “no se ha encontrado una manera de consolidar una provisión fuera del mercado” y eso guarda relación con el desarrollo del sistema capitalista y sus turbulencias, como el estallido de la burbuja inmobiliaria y el colapso de las hipotecas en 2007.

Como un médico en busca de un diagnóstico, para Harvey no hay que limitarse al análisis de un solo órgano. Esto es, “se tiene que ver todo de manera conjunta”. Por ejemplo, ha recordado que el Fondo Monetario Internacional publicó en 2023 un estudio sobre las deudas globales y el monto per cápita ascendía a 86.000 dólares. “En 1980 esa deuda era de 20 dólares. ¿Qué ha pasado? Que mucha de esa deuda tenía que ver con la vivienda”. “Cuando Franklin D. Roosevelt introdujo la hipoteca, la idea era estabilizar la economía, pero había un subargumento más importante a largo plazo: los que contraen una deuda no van a la huelga, por así decirlo. Era un control social”, ha continuado.

En este esquema, el trabajador adquiere una identidad de comprador. E incluso cuando los Gobiernos aumentan los salarios mínimos o aplican medidas como un ingreso mínimo universal, entonces, denuncia Harvey, “las inmobiliarias dicen ‘ya podemos subir la renta”. Estos factores tienen además una función más amplia en los engranajes de la política, los flujos y reflujos que abren y cierran ciclos. Ahora, tanto en América como en Europa, la extrema derecha amenaza unos consensos básicos del Estado social y de derecho que se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial. Pero la llegada al poder de líderes populistas ultra como Javier Milei en Argentina tiene, según su análisis, unas causas concretas. Por ejemplo, las recetas económicas. “Creo que este movimiento hacia la ultraderecha es una respuesta a la política de austeridad”, ha apuntado. Básicamente, porque la austeridad enfrenta con el Estado a quienes sufren sus consecuencias. Este es el clima en el que prosperan también figuras como Donald Trump, que en su opinión puede ganar las elecciones de noviembre en Estados Unidos.

Harvey nació en el Reino Unido y estudió en Cambridge, pero descubrió a Marx relativamente tarde, a los 35 años. Y ocurrió en Estados Unidos, tras la estela de las protestas estudiantiles contra la guerra en Vietnam. Desde entonces, aplica el pensamiento del filósofo alemán a su trabajo, muy sutil en el diagnóstico de las disfunciones políticas. Crítico con el poder dominante y los modelos neoliberales, el profesor aplaudió las luchas de Morena en México y en la capital. Al ser preguntado por cuál sería su consejo a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, se alejó de su materia de estudio y se fue a la esencia de la gestión pública. “Mantente cerca de las personas, porque saben lo que necesitan o quieren. Creo que los políticos no tienen que imponer, deben proponer”. Un mensaje tan amplio como su recomendación a un joven geógrafo, unas palabras que van más allá de la geografía y del urbanismo y tienen más que ver con una posición ontológica: “Ten un pie afuera y un pie adentro. La mayoría de mis ideas, de mis buenas ideas, han venido de afuera”.

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