Economía sólida y utilidades récord: López Obrador se cuelga medallas económicas ante los banqueros | Economía



La Convención Bancaria celebrada en Acapulco esta semana sirvió como “despedida anticipada” del presidente Andrés Manuel López Obrador con la élite del sector. Tanto el Gobierno, que termina su periodo en octubre, como la banca presumieron logros que sirvieron como lubricante en una relación que vivió momentos tensos. Ahora, a cinco semanas de la elección, hay una preocupación que pesa más en la mente de los banqueros que ninguna otra: la fragilidad del Estado de derecho.

El evento, en su edición 87, fue un mar de guayaberas, con una asistencia mayoritariamente masculina de más de 1.000 personas que trabajan en el sector bancario. Es el único momento del año en que los intereses económicos y los políticos se reúnen en un evento masivo y de manera formal. En año electoral, los tres candidatos a la presidencia también tomaron el escenario para ofrecer sus visiones económicas para México.

En su mensaje de clausura, López Obrador se apartó de su usual retórica colorida para enfatizar lo que marcan las cifras: crecimiento superior al 3% anual, empleo casi pleno, con desempleo de 2,6%, incremento en los salarios reales de más del 100% desde 2018 y 36.000 millones de dólares en inversión extranjera directa (IED). México está en el radar de empresas globales que quieren sacar sus cadenas de suministro de China, por lo que hay entusiasmo en la economía. El año pasado, los bancos tuvieron utilidades de 273.000 millones de pesos. “Felicidades”, les dijo el presidente en su evento, “porque es récord”.

“Me despido de ustedes por anticipado. Me han tratado muy bien, con respeto y considero que han sido correspondidos. Les he tratado también con respeto y he cumplido los compromisos que hice desde el inicio de mi gobierno”, dijo al concluir su participación el viernes.

Desde antes de ser presidente, López Obrador ha aprovechado la Convención Bancaria para fijar una confrontación con esta élite sectorial. En 2018, como candidato, aprovechó el evento para amenazar con “soltar al tigre” sin hacerse responsable de “amarrarlo” si sospechaba fraude en el resultado electoral. En 2021, ya como presidente, adelantó la decisión de política monetaria del banco central durante su conferencia de prensa en Palacio Nacional el día que iniciaba el evento, lo que generó indignación en el sector y preocupaciones por la autonomía del Banco de México.

El año pasado, un día antes del evento, publicó un decreto por el cual pedía a las dependencias cancelar sus cuentas en bancos privados y mover sus recursos a alguna institución gubernamental. Este año, también a unos días del evento, anunció una iniciativa para acceder a los fondos de cuentas del retiro, conocidas como Afores, que estén inactivos para financiar un programa social. Muchos bancos tienen Afores. Como en los años anteriores, López Obrador logró este año que la conversación en las reuniones y los cafés en los pasillos de la sede del evento se centraran, inevitablemente, en él.

Pero este año hay también una sensación de alivio. En este sexenio, los negocios de los bancos no se vieron afectados y la economía marcha bien. Lo peor ya ha pasado y si se habían acostumbrado a la tensión con el Ejecutivo, los banqueros tienen la esperanza de que la próxima presidenta, quien sea que gane, sea más amigable con ellos.

La diferencia entre cómo el sector recibió a Gálvez y a Sheinbaum fue muy evidente. A Gálvez, una parte de los asistentes la recibieron de pie y con porras de apoyo. Conforme avanzó su mensaje al podio y la posterior conversación con el periodista Leonardo Curzio, la irrupción de aplausos se hizo más constante y fuerte. “Aquí de lo que se va a tratar es cómo resolvemos los problemas a las empresas y no cómo les ponemos problemas”, dijo Gálvez, quien también es empresaria. “Conmigo van a tener una aliada”. En su tiempo en el escenario, Gálvez logró elevar la emotividad al grado que, al despedirse, el recinto le aplaudió de pie, con mayor intensidad que la recibió.

El aplauso de bienvenida para Sheinbaum fue respetuoso, pero más tibio. La candidata oficialista optó por apoyarse con diapositivas visuales que destacaron los logros económicos de la Administración de López Obrador, así como otros indicadores que, si bien reflejan optimismo, no son medalla del Gobierno, como la fortaleza del tipo de cambio. Dijo que el incremento en el gasto gubernamental sería solo este año, y que, de ganar la presidencia, regresaría a la senda de la responsabilidad fiscal. Ofreció un par de propuestas concretas, como la construcción de 13 carreteras para conectar puertos y la construcción de un millón de “acciones de viviendas” con recursos del Instituto de la Vivienda (Infonavit).

“Nosotros planteamos que el crecimiento no solamente es en términos de la inversión privada y la inversión extranjera, sino que también tiene que ir acompañado de dos apellidos: el bienestar y la sustentabilidad”, dijo Sheinbaum. “Y el bienestar tiene que reflejarse en que los y las trabajadores que van a estar en estas industrias deben tener acceso a la vivienda, a la infraestructura, a la educación, a la salud”.

Para cerrar su ponencia, Curzio preguntó a Sheinbaum si consideraba que el país se puede reconciliar tras la fuerte polarización que vive. “Sobre el tema de la polarización, yo lo que he dicho es: veamos cómo les ha ido a los bancos, les ha ido muy bien. A pesar de la pandemia, producto del trabajo de los bancos, pero también de la situación económica. Veamos cómo le ha ido a la gran mayoría de los empresarios, les ha ido muy bien. Y al mismo tiempo, al que menos tiene, también. Antes, la división social era mayor, ahora ha disminuido. Nos va a ir muy bien estos seis años, vamos a tener buenas relaciones”, respondió la candidata dándose por ganadora de las elecciones.

Los temas sobre los que se les cuestionó a los candidatos giraron en torno a los intereses de los grandes capitales: la posibilidad de una reforma fiscal, necesaria a partir del incremento en el gasto en pensiones, la seguridad ciudadana como obstáculo al crecimiento y la exigencia de certidumbre para los inversionistas (es decir, que no se cambien las reglas que afecten a los negocios). Entre los temas ausentes están la propuesta de Morena para desaparecer órganos autónomos como los reguladores económicos y el instituto de transparencia y la posibilidad de que Donald Trump, quien impuso aranceles a México durante su presidencia en Estados Unidos, regrese a la Casa Blanca a finales de este año.

En el fondo, hay una gran preocupación que domina entre los empresarios de la banca: el Estado de derecho, en su más amplia definición.

Esta petición hizo eco en los pasillos de la convención. Entre las dos candidatas con mayores posibilidades de ganar existen coincidencias básicas cuando se trata de la economía: respeto a la autonomía del banco central, responsabilidad fiscal y reglas claras para la inversión. Pero es el Estado de derecho el que garantiza que se sigan dichas reglas y el que asegura que los criminales paguen por sus actos en la cárcel. La impunidad es la razón por la que el crimen organizado se ha expandido a cooptar actividades productivas que son legales para operarlas a través de cobro de piso y en violación de la ley. Y en las pláticas entre colegas y líderes del sector bancario es palpable la frustración por este problema que tiene el país.

En entrevista, el presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM) habló del tema diciendo: “Tiene muchas aristas. Nos referimos a que hay que cuidar la seguridad, que los mensajes hacia los inversionistas, tanto extranjeros como los mexicanos, sean de confianza. No cambiar las reglas del juego”.

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