Ecuador se militariza | Opinión



Daniel Noboa obtuvo el pasado domingo un apoyo rotundo en un referéndum constitucional y una consulta popular que él mismo convocó con el propósito de allanar el camino a su estrategia de seguridad. El presidente de Ecuador, que afronta una grave crisis de violencia por el avance del narcotráfico, logró un aval a su proyecto y al mismo tiempo se reivindicó en un momento crucial. El asalto a la Embajada de México en Quito del pasado 5 de abril, un hecho sin precedentes que recibió la condena prácticamente unánime de la comunidad internacional, apenas tuvo repercusión en las urnas: en nueve de las 11 preguntas planteadas ganó el sí y solo en dos se impuso el no.

La negativa tuvo que ver con debates relacionados con el arbitraje internacional y el trabajo por horas. Es decir, el plan de Noboa para combatir a las organizaciones criminales no se vio empañado y el mandatario logró el visto bueno para iniciar un proceso de militarización de la seguridad. En esencia, los votantes aprobaron modificar la Constitución para permitir que las Fuerzas Armadas puedan llevar a cabo operaciones conjuntas con la Policía sin que sea necesario decretar un estado de excepción, como ocurre con frecuencia en Ecuador, por ejemplo ante cualquier motín carcelario. Otra de las reformas aprobadas permite la extradición de ciudadanos ecuatorianos, con la condición de que no se les aplique la pena de muerte o de que no sean reclamados por delitos de carácter político, con la excepción de terrorismo y crímenes de lesa humanidad.

Solo 24 horas después del referéndum, Noboa lanzó una advertencia a la delincuencia organizada con la detención de uno de los cabecillas de la banda Los Lobos, que se había fugado de la cárcel en enero. Días antes, había desafiado a su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, al declarar objetivo militar al narcotraficante a El Mayo Zambada, capo del cártel de Sinaloa. El conflicto con México no ha parado de escalar desde el asalto de la Embajada, de la que las autoridades ecuatorianas se llevaron a Jorge Glas, exvicepresidente de Rafael Correa que acababa de recibir asilo, violando todos los convenios diplomáticos. Sin embargo, a tenor del resultado del referéndum, los ecuatorianos no parecen preocupados por esta crisis.

El respaldo logrado por Noboa no debe suponer, no obstante, una carta blanca para actuar al margen del respeto de los derechos humanos. La guerra contra las pandillas emprendida por Nayib Bukele en El Salvador es un ejemplo de esa deriva. Tampoco son suficientes la estrategia de seguridad del presidente, la militarización del trabajo policial o la mano dura para acabar con la violencia, ya que eso significa olvidar las causas estructurales del problema, esto es, la desigualdad, la falta de oportunidades y la escasa presencia del Estado en las zonas más afectadas.



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