El constituyente primario que protesta



Las marchas contra el Gobierno del presidente Gustavo Petro han venido creciendo y en cada nueva convocatoria se suman más ciudadanos y más sectores. Eso no significa que el Gobierno esté políticamente desahuciado. Vivimos un momento complejo que va más allá de la división entre defensores y detractores del presidente. Y es que mientras miles de personas gritaban en las calles “fuera Petro”, en el Congreso avanza la reforma pensional. Son las paradojas de un Gobierno que luce desgastado y errático, pero que en momentos críticos recupera oxígeno político a pesar de todos los problemas.

El presidente Petro convocó al constituyente primario y en las calles de varias ciudades el domingo 21 de abril hubo respuesta, porque se movilizó parte de ese constituyente con las quejas que tienen los ciudadanos frente a muchas políticas y propuestas del actual Gobierno. Protestaron por la inseguridad, por el alza en la gasolina, por la propuesta de reforma a la salud, por la idea de una Constituyente, por el estilo que consideran autoritario, por el temor a que se quede en el cargo, por lo que se ha hecho y también por lo que no se ha ejecutado. Algunos tienen reparos puntuales y otros simplemente no quieren nada del Gobierno de Petro.

No sobra recordarle al presidente que debe escuchar lo que dice la gente en las calles. Esa es siempre una buena alternativa para entender la realidad más allá de las obsesiones personales. Escuchar más y hablar menos sería un buen giro en su estilo de Gobierno, en especial porque el presidente siempre ha promovido la movilización ciudadana como alternativa política y en esas marchas miles de ciudadanos inconformes le están hablando. Su deber es atender los reclamos y no burlarse de la protesta, que merece respeto como manifestación legítima en una democracia.

Una prueba de que es mejor escuchar y negociar que buscar la confrontación es el avance que ha tenido en el Congreso la reforma pensional. Contrario a lo que pasó con la de salud, en el trámite de la pensional se ha abierto más la puerta a la concertación y la negociación con distintos sectores para hacer ajustes en puntos polémicos como el umbral para la cotización obligatoria de todos los trabajadores a Colpensiones, el fondo público. Cediendo en las líneas rojas se ha podido avanzar. Esta reforma, con los ajustes que se le han hecho o que se le puedan hacer, es necesaria, porque la estabilidad del sistema como está, según dicen los expertos, no se puede garantizar y porque es inmoral que la inmensa mayoría de trabajadores no tenga acceso a una mínima pensión mientras el Estado subsidia mesadas millonarias. Siempre habrá discrepancias sobre cómo hacerlo, pero hay consenso sobre la necesidad de reformar el sistema. Los últimos Gobiernos han hablado de eso y ninguno avanzó en una propuesta. En medio de las críticas justificadas al presidente, se debe reconocer que su Gobierno ha intentado abordar muchos asuntos pendientes. La reforma pensional muestra que el mejor camino es el de la concertación.

Precisamente porque se trata de escuchar y sumar, el presidente no puede minimizar la importancia de las movilizaciones o responder de manera desobligante a los ciudadanos. Al margen del número de personas que salieron, porque siempre hay debate sobre eso, la protesta fue muy importante y un hecho político trascendente. Como dijo Laura Sarabia, directora del Departamento Administrativo de la Presidencia y mano derecha del presidente, se debería enfrentar esa protesta con “reflexión y autocrítica”. Dos palabras que parecen ser desconocidas para el presidente que suele reaccionar en calentura y sin reconocer errores.

El senador Iván Cepeda manifestó bien lo que debería ser la actitud del Gobierno ante la protesta ciudadana: “El deber de nuestro Gobierno es escuchar la inconformidad y las críticas de la ciudadanía y la oposición”. El senador pidió explicar lo que se ha malinterpretado, corregir lo que se ha hecho mal y “dialogar para buscar un acuerdo nacional”.

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Tanto Laura Sarabia como el senador Cepeda son petristas de primer nivel. Sus voces ponderadas pueden marcar un camino. ¿Las escuchará el presidente tan dado a hacer solamente lo que a él le parece?

Ahora se viene una nueva convocatoria a la calle para el 1 de mayo porque el presidente quiere responder a la protesta de la oposición y pidió a los trabajadores un espacio para hablar en la marcha tradicional del día del trabajo. Hasta el momento las movilizaciones convocadas por el presidente han sido más bien lánguidas y no le han dado al mandatario el respaldo popular que ha pedido de manera insistente. Veremos cuál es la respuesta después de lo que pasó el 21 de abril.

Mientras tanto, la otra batalla sigue en el Congreso, en donde intentan revivir la reforma a la salud y acabar de tramitar la pensional. Los congresistas también tendrán que leer lo que digan los ciudadanos en las calles y el Gobierno seguirá jugando sus cartas en el tire y afloje natural en una democracia. Que haya discrepancias y protestas pacíficas sin violencia, sin heridos ni muertos, que los ciudadanos puedan expresarse y las leyes se puedan discutir y concertar en su escenario natural son síntomas de una democracia viva a pesar de todo.

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