El desguace del Estado argentino | Opinión



El presidente ultraderechista de Argentina, Javier Milei, obtuvo este miércoles una importante victoria legislativa, la primera en más de seis meses de Gobierno. El Senado aprobó la llamada Ley Bases, un abanico de reformas estructurales que abren la puerta a una drástica reducción del Estado, la desregulación de la economía y la legislación laboral y amplios beneficios a los inversores. En uno de sus puntos más conflictivos, la norma cede competencias legislativas al presidente, que podrá ahora prescindir del Congreso para sacar adelante parte de sus reformas. En términos políticos, el Gobierno ha logrado sobreponerse a su debilidad parlamentaria: tiene solo 38 de 257 diputados y 7 de 72 senadores. Para sumar el voto de la oposición moderada, Milei dejó en el camino más de la mitad de los 664 artículos del borrador de la Ley Bases que había presentado en diciembre y que fue rechazado en la Cámara de Diputados. En este segundo intento negoció, cedió y, al menos por un tiempo, evitó llamar “ratas” a los miembros del Congreso.

La Ley Bases deberá ahora volver a Diputados para que apruebe las modificaciones. Se espera que antes de finales de junio todo el proceso haya terminado. Los mercados celebraron el éxito legislativo de Milei con una subida de hasta el 10% en el valor de las acciones de las empresas argentinas que cotizan en Wall Street y el 4% en los bonos soberanos. En menos de 48 horas, Milei logró además que China pospusiese la cancelación de una deuda de 5.000 millones de dólares y que el FMI aprobase el desembolso de 800 millones que forman parte del acuerdo vigente de refinanciamiento. El organismo multilateral celebró la drástica reducción del déficit fiscal, que pasó a superávit en menos de seis meses, y la caída de la inflación desde el 25,5% mensual en agosto al 4,2% en mayo.

La suma de buenas cifras macroeconómicas no debe, sin embargo, ocultar el altísimo coste social de semejante ajuste. El Banco Mundial dijo esta semana que el producto interior bruto de Argentina caerá en 2024 un 3,5%, en vez del 2,4% que había pronosticado en abril. La recesión se siente con especial virulencia en la construcción y la industria, con bajadas interanuales de actividad del 30% y el 19,6%, respectivamente. El comercio, vinculado al consumo, se ha desplomado un 16,7%. Es fácil imaginar el impacto que esas cifras tendrán sobre el empleo.

El Gobierno ultraderechista tiene ahora las herramientas que pidió para revertir esta situación. El desafío es económico, pero también político. Milei basa su popularidad, que ronda el 50% desde que asumió en diciembre, en constantes ataques a lo que llama “la casta”, un listado difuso de políticos, empresarios y sindicalistas a los que considera culpables de “100 años de decadencia”. Hasta ahora ha usado “la casta” como coartada para justificar los problemas de gestión que arrastra. Durante el último mes, ha perdido a su jefe de ministros y apenas puede ocultar el descalabro que hunde en la inoperancia al Ministerio de Capital Humano, donde fundió en una sola estructura las antiguas carteras de Trabajo, Desarrollo Social, Educación y Cultura. Sus detractores no se sorprenden: el presidente suele decir que es “un topo” que llegó al poder “para destruir al Estado desde dentro”. En esa guerra, se autoproclama al frente de una cruzada celestial libertaria de escala planetaria. Ahora, con las herramientas que le ha concedido el Congreso, tiene que demostrar que es capaz de encontrar soluciones terrenales a los problemas reales de los argentinos.



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