Estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo



Como no se veía hace muchos años, el Encuentro Nacional de la Empresa, Enade 2024, que organiza Icare, y titulado en esta oportunidad Contra Immobilis, tenía las expectativas por las nubes. Contribuyó a aquello una previa en que se habló insistentemente en los medios de tensiones y confrontación entre el empresariado y el Ejecutivo. Fue algo a lo que contribuyó una arremetida del sector del comercio. Pocos días antes del encuentro montó –quizás con razón jurídica y auténtica preocupación gremial por sus representados– una atmósfera de crispación por un dictamen del Gobierno que, conectado con el sentido común, negaba el fraccionamiento por minutos de la primera hora de disminución de jornada establecida por la Ley de las 40 horas semanales.

Como sea y como suele ocurrir cuando las expectativas son altas (sobre todo en un país que muchas veces se ha descrito como maniacodepresivo), la correcta representación de roles que desempeñó cada uno de los convocados a la Enade 2024 probablemente decantará en cierta frustración por lo que podría terminar siendo un nuevo consenso respecto a que todo debe cambiar, pero que el final todo siga igual.

Hubo muchos llamados a restablecer las confianzas y a actuar como un solo equipo. Mientras el presidente Gabriel Boric aludió a la selección nacional de fútbol, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, hizo un amague de coaching grupal proyectando un video de los Castells catalanes, donde una comunidad se une a pesar de sus diferencias para levantar una torre humana. Por el sector privado también hubo llamados a restablecer las confianzas, aunque si hubiera que reducirlo a imágenes un tanto simplistas, mientras la presidenta de Icare jugó el papel de policía buena, el presidente de la CPC no quiso dejar ninguno de los dolores del sector privado guardado para otra instancia de conversación.

Check, se podría decir, aunque no se vislumbra que tras los acuerdos de diagnóstico y la franqueza al exponer preocupaciones se vaya a parir una agenda pro crecimiento como la que sellaron en marzo de 2002 el entonces Juan Claro y Ricardo Ariztía con las autoridades económicas del Gobierno de Ricardo Lagos.

Tras la obertura de Enade, tuvo lugar una sesión que tuvo como protagonista al ministro Marcel, quien fue secundado por el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI y exministro de Hacienda Rodrigo Valdés. Ambos hicieron la pega al invitar a levantar la mirada y abordar los cuellos de botella que desde hace más de 10 años tienen al país empantanado en términos de crecimiento, productividad e inversiones.

El capital político de Marcel en la audiencia se vio en bastante buen estado, aunque tras listar lo que se ha estado haciendo para revitalizar la economía y abogar por el pacto fiscal la pregunta que quedó flotando en el ambiente es si seguir poniendo checks a una lista de medidas puntuales permitirá el punto de inflexión que todos concordaron se necesita hoy. Agendas pro crecimiento acumula muchas el país en los últimos 20 años y pese a ello el país está como está.

Asimismo, pareciera que su llamado a cerrar ya la discusión tributaria y no dejarla como una amenaza pendiente no fue algo que convenciera a la audiencia, en especial porque como han dicho muchas veces los empresarios, la evidencia demuestra que el tema tributario es como la maldición de Sísifo, ya que cada vez que la discusión sobre impuestos se ha cerrado se ha vuelto a abrir a poco andar.

Pero más allá de estas alusiones y otras conectadas con la coyuntura, tanto en las presentaciones de Marcel como de Valdés y el diálogo posterior con los panelistas María Olivia Recart, Francisco Pérez Mackenna y Alan Meyer se aludió a la calidad con que se han estado diseñando y ejecutando las políticas públicas, en donde los síntomas de enfermedad son múltiples: el pantano de la permisología, la ineficacia del fuerte aumento del gasto en educación o la crispación irracional que ha dejado sin resolución por décadas temas como la sala cuna universal, la reforma del sistema de pensiones o la larga agonía del sistema de salud.

En la sala había no pocos representantes de los partidos políticos y el Congreso y no sabemos si se dieron por aludidos, pero hubo varias alusiones a la crispación y falta de convergencia en el mundo legislativo, palabras sabias para oídos que no pueden alegar sordera.

La Enade 2024 no fue la danza de boxeadores ni una representación de vals. Podría asemejarse más a un tango de cojos, en donde cada bailarín, si quiere de verdad montar un buen espectáculo y pasar inadvertidos, haría bien apoyándose y sincronizándose con su compañero. Por el bien de todos.

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