Ilan Goldfajn (BID): “La memoria de la inflación provocó una reacción más rápida de los países emergentes” | Negocios



Ilan Goldfajn (Haifa, 58 años) llegó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en diciembre de 2022 tras un traumático e inacabado mandato de su predecesor, Mauricio Claver-Carone, con el desafío de recuperar relevancia en la región y recomponer relaciones entre los miembros de la institución. Este brasileño-israelí ha sido cocinero antes que fraile (profesor universitario, economista jefe y socio de Itaú Unibanco, gobernador del Banco Central de Brasil, …) y eso deja impronta. Pasó por Madrid hace unas semanas como parte de su gira por Europa para captar inversores. Goldfajn cree que este es el momento de América Latina.

Pregunta. América Latina es la eterna promesa, ¿por qué esta vez va a ser diferente?

Respuesta. Porque hay más simetría entre lo que América Latina necesita del mundo y lo que el mundo necesita de América Latina. La región ofrece soluciones para algunos de los retos globales, como la energía limpia o el cambio climático. Ha firmado acuerdos para exportar hidrógeno verde a Europa y cuenta con una gran producción de níquel y litio, básicos para la transición energética. La invasión rusa a Ucrania ha creado problemas de seguridad alimentaria y ahora América Latina alimenta al mundo, con el 40% de la producción mundial de alimentos. Por último, la Amazonia es un elemento decisivo para absorber el CO₂ mundial. Son tres aspectos en los que el mundo necesita a América Latina. Pero tenemos que trabajar para aprovechar la oportunidad.

P. ¿Qué piden los inversores para volver a apostar por la región?

R. Pues lo primero que me dicen es que necesitan estabilidad política, económica y social. Pero también seguridad ciudadana y de eso no hablaban antes. Nuestro trabajo pasa por generar las condiciones para que vengan los inversores y eso se consigue garantizando la seguridad jurídica. En América Latina ya tuvimos un bum inversor entre 2003 y 2013 y podemos volver a vivirlo, pero tenemos que lograr que esta vez vaya acompañado de un aumento de la productividad. Para ello hay que insistir en la educación, las infraestructuras, instituciones fuertes que consoliden un entorno de largo plazo.

P. Mucha de esa inseguridad está vinculada a elevados niveles de pobreza y desigualdad.

R. En nuestra reunión anual en marzo definimos una estrategia de tres ejes hasta 2030. El primero es la pobreza y la desigualdad; el segundo, todo lo relacionado con el cambio climático, y el tercero, el crecimiento y la productividad. Hacemos mucho hincapié en todo lo relacionado con la infancia porque esos primeros años determinan si el niño va a tener capacidad de mejorar su renta, porque sin educación y sanidad no podrá desarrollar todas sus capacidades. La desigualdad también está muy ligada al crecimiento y a políticas fiscales progresivas, en las que impuestos y gastos piensen en los más vulnerables.

P. ¿Teme la implosión de países que están llevando a cabo experimentos económicos? Pienso en Argentina, El Salvador…

R. Nuestro papel consiste en proporcionar continuidad entre gobiernos. Somos el puente entre un gobierno y otro, representamos la continuidad y la seguridad institucional. Si hay un ajuste fiscal tan fuerte como el de Argentina, por ejemplo, nosotros trabajamos con la Administración en que el ajuste sea sostenible, ofreciendo los especialistas para evitar que sean solo recortes temporales o tengan una implicación social insostenible. Ofrecemos expertos para valorar la eficiencia de las medidas y proteger a los más vulnerables.

P. ¿Y les escuchan?

R. Condicionamos nuestra intervención y si no nos escuchan tampoco vamos a hacer inversiones. Al tener calificación de triple A, nuestra financiación es la más barata del mercado; tenemos algunos de los mejores especialistas de la región. En Brasil, por ejemplo, funcionó el programa Bolsa Familia, y el BID financió parte de su extensión a más hogares. Pero también quiero saber qué no funciona, para no repetir errores.

P. ¿Descarta una nueva crisis?

R. En los últimos años la región ha crecido más de lo que se esperaba, un 3% frente al 2% previsto. No es una cifra espectacular, pero hay más empleo y otro clima económico. Yo creo que los mercados también perciben la oportunidad de inversión en clima, en minerales, en innovación. En un mundo fragmentado, México, por ejemplo, está muy bien posicionado en las cadenas globales. Y, además, pese a lo sucedido en estos años, la inflación está mejor que en los países desarrollados.

P. ¿Por qué los bancos centrales emergentes han sido más ágiles en esta crisis que sus homólogos en los países desarrollados?

R. Parte del buen comportamiento de la región que ver con el funcionamiento de las instituciones, incluidos los bancos centrales. Actuaron antes, consiguieron controlar la inflación y llevan un tiempo bajando los tipos. Eso tiene una explicación histórica, la memoria de la inflación del pasado ha provocado actuaciones más rápidas de las autoridades monetarias. La hiperinflación en América Latina de principios de los ochenta y los noventa costó décadas superarla y dejó huella en la sociedad. En esta ocasión se ha dejado actuar a los bancos centrales con independencia, algo que solo lleva en vigor diez o 15 años, y demostró la importancia de tener instituciones al servicio el Estado, no de un Gobierno.

P. ¿Cómo es la relación con China, quien durante años ha competido como prestamista en la región?

R. Es un miembro pequeño, tiene apenas el 0,004% del capital, entre un total de 48 miembros. El Banco es el puente entre el mundo y la región y promovemos la inversión estable, que comparta los valores sociales, ambientales y económicos que buscamos promover y que aporte calidad en las licitaciones, no que sea necesariamente lo más barato.

P. Pero su predecesor sí tuvo bastante tensión con Pekín, precisamente por los concursos que ganaban sus empresas.

R. He tenido varios predecesores

P. Me refiero al último.

R. Cada uno tuvo su papel. El BID tiene también un aspecto institucional, de dar continuidad a los valores que defendemos. Tenemos que ser muy duros con las políticas y los valores, y muy constructivos en las negociaciones.

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