Han tenido que pasar tres años para que el nombre de Cecilia Monzón se escuche frente a un tribunal. El 21 de mayo de 2021 la abogada y activista hispanomexicana fue asesinada de manera cruel y desde entonces, su familia espera que se haga justicia. Aquel crimen atroz que indignó a la sociedad mexicana, fue la muestra más brutal de una larga lista de violencias que la abogada había denunciado desde hacía tiempo. Como suele pasar en México, la justicia llegó tarde a la cita y solo después de muerta, una juez tomó en consideración la denuncia que Cecilia Monzón había puesto por violencia familiar ante la Fiscalía.
El caso de Cecilia Monzón ha girado en torno a tres ejes: el feminicidio, la denuncia por violencia familiar y la lucha de sus padres y su hermana por quedarse con la custodia de su hijo de seis años. Al otro lado, está el que fuera su expareja y principal sospechoso de ordenar su muerte, Javier López Zavala. Un poderoso expolítico del PRI en el Estado de Puebla y mano derecha del gobernador Mario Marín (2006-2011).
Las dos principales causas tienen en el banquillo de los acusados a López Zavala. El pasado mes de marzo la justicia entregó la custodia del hijo de Monzón a su familia, con los que seguirá viviendo. Por el momento, solo se está juzgando el caso de violencia familiar; el feminicidio sigue atascado en los tribunales debido a los amparos que han interpuesto los acusados. Desde hace dos años, la familia Monzón lleva denunciando una dilación sin justificación en el proceso para frenarlo y evitar llegar ante un tribunal. El 13 de marzo pasado, por ejemplo, la justicia de Puebla desechó un amparo con el que los abogados de López Zavala intentaron evitar también el juicio oral por violencia familiar.
El juicio arrancó el pasado 17 de abril ante el Juzgado de Oralidad penal y Ejecución en la ciudad de Puebla, y podría alargarse semanas o incluso meses. Aunque solo representa la mitad del camino, la familia de la abogada se siente esperanzada de que se haga justicia. Helena Monzón, hermana de la activista, fue la primera testigo llamada a declarar por la Fiscalía. “He dicho todo lo que mi hermana no ha podido contar, pero que me contó a mí y lo que yo misma vi. He honrado su memoria aunque han querido romperme”, dijo a través de redes sociales. La Fiscalía de Puebla y la familia Monzón piden una pena de 20 años de prisión para López Zavala, la pena máxima que contempla el Código Penal por un delito de violencia familiar.
“Durante el inicio del juicio oral se volvió a evidenciar la voluntad dilatoria de la representación de Javier N. quien pretendía evitar el inicio del juicio oral alegando la supuesta falta de competencia de la justicia poblana; esto pese a que el crimen se cometió y denunció en el Estado de Puebla y que se trata de un delito de fuero común (no federal). La defensa solicitaba además la presencia física de Javier N. en el acto de juicio”, denuncia la familia en un comunicado.
La juez debido a lo anterior, autorizó la presencia del acusado frente a la hermana de Cecilia Monzón, revictimizando a la familia y poniendo en riesgo la seguridad de la testigo. Helena Monzón tuvo que ser escoltada por agentes de la Fiscalía a la salida de los juzgados. “Considerando la revictimización percibida y el riesgo de seguridad evidenciado, Helena Monzón ha solicitado al Juzgado seguir las próximas audiencias desde su residencia habitual en España”, apunta el comunicado.
No es la primera vez que López Zavala es denunciado por violencia familiar. Avianet Méndez Pérez le denunció en 2022 también por el delito de violencia familiar. “Estoy casada con Javier López Zavala desde hace un año y un mes, tengo 20 años de relación con él, tenemos tres hijas y la verdad es que temo por mi vida”, dijo la mujer en un video difundido a través de redes sociales.
La familia y sus abogados han hecho un llamamiento al Poder Judicial del Estado para que se atienda el caso con perspectiva de género y con la mayor celeridad posible. Asimismo han pedido que se eviten más revictimizaciones y se vele por la seguridad de todos los implicados, en particular de las víctimas y sus representantes legales.
El caso de Cecilia Monzón apunta al patrón tantas veces repetido: cómo la violencia machista escala y se vuelve una espiral de terror que acaba con la vida de las mujeres. Los celos, los insultos y los golpes. Antes del feminicidio, las señales están ahí.
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