La historia de la desigualdad en México | Opinión



Diego Castañeda Garza, un joven historiador económico mexicano, ha escrito un breve libro sobre la historia de la desigualdad en México. El libro se titula “Desiguales” y ha comenzado a circular recientemente. Tuve la oportunidad de ser el comentarista de una de las primeras presentaciones de este libro y en esta columna resumo algo de lo que dije allí.

Primero me referiré al libro y al contexto en el que aparece. Este libro se enmarca en una serie de publicaciones recientes que podrían parecer similares, pero que en realidad se complementan de manera natural. Recordemos que en fechas recientes se publicaron los libros “Desigualdades”, de Raymundo Campos Vázquez, “No es Normal”, de Viridiana Ríos y “Por una cancha pareja”, de Roberto Vélez y Luis Monroy Gómez Franco.

Por un lado, los libros de Raymundo Campos y Viridiana Ríos abordan distintas dimensiones de la desigualdad actual en México. El libro de Raymundo lo hace desde una perspectiva más académica, apoyado en sus múltiples investigaciones sobre el tema, y toca temas como la desigualdad regional y de género, además de abordar otros aspectos relacionados al racismo y la discriminación. Por su parte, el libro de Viridiana utiliza un enfoque más centrado en la divulgación y la evidencia estadística, señalando y enfatizando las aberraciones que en materia de desigualdad se observan en México. Su libro ha sido un éxito editorial rotundo y ha permitido que mucha gente se entere y que ahora esté consciente de la magnitud y las diferentes dimensiones de la desigualdad en México. Finalmente, el libro de Vélez y Monroy aborda el tema de la desigualdad de oportunidades, que es lo que está en la base de la desigualdad de resultados que observamos en México. Este libro hace énfasis en el peso y contribución de una serie de circunstancias que están fuera del control de las personas y que inciden de manera importante en sus resultados obtenidos y en la falta de movilidad social que caracteriza al país. Dentro de estas circunstancias se encuentran la región donde uno nace, el nivel de estudios de los padres o el color de piel, por citar solo algunos.

En ese sentido, el libro de Diego Castañeda viene a complementar muy bien a todos estos otros trabajos. Sus argumentos y su análisis son de carácter histórico. Diego nos trata de explicar en 200 páginas la evolución de 200 años de desigualdad en México. A lo largo de sus siete capítulos, el autor trata de resumir la evidencia empírica existente sobre este tema. La tarea no es fácil, porque deben adaptarse algunos instrumentos y mediciones más recientes a contextos en los cuales no necesariamente existe la información disponible para su utilización. Pero el autor es muy hábil y, mediante una combinación de elementos cuantitativos y cualitativos, es capaz de contarnos una historia interesante, aunque a ratos desoladora, de la evolución de la desigualdad en el país.

El autor nos cuenta, por ejemplo, el efecto de las guerras del siglo XIX en la desigualdad. El resultado fue tremendo: todos los estratos sociales perdieron y la destrucción de riqueza fue enorme, lo que produjo un aumento en la desigualdad. Mas adelante, el autor nos lleva a través de lo que el denomina “el primer capitalismo de cuates en México”, el periodo del Porfiriato. Un periodo de crecimiento económico y de aumentos importantes en la desigualdad, lo que a su vez fue el germen para el derrocamiento del régimen y, por tanto, de la Revolución Mexicana. Durante el periodo posrevolucionario, por cierto, la desigualdad disminuyó ligeramente gracias a algunas de las reformas sociales que se llevaron a cabo al inicio del nuevo régimen, esta reducción, sin embargo, no fue duradera, como lo explica en detalle el propio autor. El autor continúa con su análisis hasta el presente, en donde creo que el análisis resulta un tanto apresurado y con algunos sesgos evidentes derivados de la polarización que ocurre en torno al gobierno actual.

Diego Castañeda es un excelente historiador económico y un gran contador de historias. Esto, por cierto, ya lo sabíamos desde su libro anterior, “Pandenomics”, una breve historia de las pandemias y de sus efectos económicos. Diego tiene el arsenal instrumental de un economista y la paciencia de los historiadores como para acudir a los archivos y rescatar información que, a primera vista, podría parecer poco relevante, pero que, una vez en sus manos, se convierte en una pieza analítica fundamental para entender una parte de la historia económica de México. Así, Diego es capaz, entre otras cosas, de reconstruir una imagen de la concentración de la riqueza en una región de México a partir de la información testamentaria.

Se trata, en general, de un muy buen libro de historia económica. El libro tiene, quizá sin proponérselo así, un hilo conductor muy evidente: la fragilidad de las finanzas públicas mexicanas que, por lo mismo, han sido históricamente incapaces de mitigar o reducir en forma importante la desigualdad en el país.

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