La victoria momentánea de la oposición venezolana se llama Edmundo González Urrutia



En una maniobra ejecutada en medio de un manifiesto hermetismo, la oposición venezolana se ha anotado, al menos, un momentáneo punto a favor con el consenso logrado por todas sus tendencias en torno al diplomático Edmundo González Urrutia. Su nombre había sido colocado como provisional, como candidato tapa -uno que se inscribe, pero que tiene como misión dejar a otro- , con el objeto de cumplir con el plazo límite puesto por el Consejo Nacional Electoral, mientras sus líderes se ponían de acuerdo en torno a la disyuntiva entre Corina Yoris y Manuel Rosales.

Los propios voceros del régimen chavista -uno de ellos, Diosdado Cabello- advirtieron públicamente que, de acuerdo al reglamento electoral, los cambios de candidatos solo podrían hacerse a partir de los nombres admitidos por el Poder Electoral, sin posibilidad de escoger entre terceros. Vetada María Corina Machado, y vetada irremediablemente después Corina Yoris, arribaron días y horas de enorme presión política para conciliar el milagro de una alternativa consensuada.

La respuesta al dilema estaba ya admitida por el Consejo Nacional Electoral, se supone como provisional. Edmundo González Urrutia terminó cediendo a los apasionados argumentos del entorno político opositor para lograr el ansiado punto de equilibrio. Manuel Rosales tuvo que atenerse al compromiso de entregar su candidatura si este improbable escenario se concretaba. El oficialismo, en esta ocasión víctima de su propia normativa, no pudo objetarlo, porque ya lo había admitido.

El Consejo Nacional Electoral decretó un plazo adicional de dos días para admitir y revisar postulaciones. Muchos temieron que este sería el plazo para descabezar la candidatura de González Urrutia. No sucedió. La presión política de los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Brasil, Lula Da Silva, ha contribuido a que las circunstancias continuaran fluyendo.

Machado pudo imponer esta mano contando con el respaldo de la Plataforma Unitaria -en particular, de los propios candidatos que participaron en la contienda con ella, como Delsa Solórzano, Andrés Velásquez o Andrés Caleca.

Las credenciales académicas, su bajo perfil, su prudencia y su carácter, convierten a González Urrutia (La Victoria, 1949) en una figura acorde con las necesidades de una hipotética transición política. González Urrutia ya ha trabajado cerca de la Mesa de la Unidad Democrática (ahora Plataforma Unitaria), como espacio de convergencia de los partidos unitarios, a partir del año 2009.

Aunque se trataba de un personaje bastante desconocido, deslastrado de polémicas y pasados con costos, González Urrutia es un diplomático de carrera, con experiencia amplia en el servicio exterior y un orgánico vínculo con el hecho público venezolano.

Por lo demás, González Urrutia ha asumido la encomienda de su candidatura con una discreción particularmente notoria, en un ambiente político en el cual, de manera clara, el hermetismo se convierte en un paisaje uniforme. El oficialismo controla las reglas, la fuerza y el reloj en este careo. La oposición solo puede hacer política administrando con enorme criterio sus silencios.

“Acepto la honrosa designación que se ha hecho para ser el candidato presidencial de los que quieren un cambio político en Venezuela”, ha declarado González Urrutia. “Es una responsabilidad que asumo con humildad. Es una propuesta que no me esperaba, y por eso me tomé un tiempo para enviarles este mensaje”, afirmó en una alocución en las redes sociales.

La designación de González Urrutia ha producido una nueva ola de optimismo -un poco desproporcionada, quizás- en las filas opositoras, muy evidente en las redes sociales. Los meses “Edmundo para todo el mundo” o “Todo el mundo con Edmundo” se han viralizado muy rápidamente.

En las filas oficialistas ha imperado en general el silencio. En su encuentro con los medios de comunicación de cada lunes, como vocero del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela, Diosdado Cabello asumió con cierto desdén la existencia de González Urrutia, afirmando que es “el candidato de los gringos”.

Algunos círculos de dirigentes opositores algo alejados del espíritu del acuerdo se muestran formalmente conformes con el pacto alcanzado, pero muy poco optimistas con lo que se aproxima. “Es un desenlace demasiado rosa, no luce creíble”, afirmó uno de ellos, a condición de anonimato.

Hay un ánimo renovado y la sensación de que se ha abierto un camino antes inexistente para la oposición venezolana. No todo el mundo se hace ilusiones, sin embargo. “Al Gobierno le quedan muchas alcabalas para tenderle nuevas celadas a los candidatos”, afirma otro de ellos.

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