Ni derecha, ni izquierda, ni centro



La enfermedad que tiene a la democracia en apuros se llama polarización. No parecería que haya algún país exento de este sufrimiento. La ideología ha dejado que el caudillismo y el anticaudillismo se apoderen de la política. La filósofa e historiadora de las ideas políticas de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Francia, Chantal Delsol, sostiene que la polarización se impone como una máquina infernal que funciona en los extremos de ambos lados. En el momento en que el punto de vista conservador consigue recuperar el poder, se vuelve tan exagerado y furioso como sus adversarios, pero en el otro sentido.

Así vemos, por ejemplo, al Gobierno conservador polaco promoviendo leyes sociales tan abusivas que desesperan a las mentes normales. Pensando en los desmanes sociales de un lado y en la excesiva severidad del otro, los polacos han llegado a la conclusión de que no les queda más remedio que escoger entre el burdel o la prisión. Resulta inquietante ver que un estadounidense conservador no tiene otra opción que votar a un personaje primitivo e inculto empeñado en destruir cosas valiosas y destinado necesariamente a desvirtuar la corriente de pensamiento que dice defender. En un lado envían a una multitud a invadir el Capitolio. En el otro, se ofrece a los niños la mutilación para cambiar de sexo. Ambos bandos alistan a sus militantes como países en guerra. Es muy peligroso vivir en una democracia que sustituye adversarios por enemigos.

Por otra parte, el exdirector de The Washington Post, Martin Baron, considera que la polarización es un modelo de negocio. Una manera de llegar al público, de enganchar a más lectores, es provocar la furia, la ira y crear tensiones entre la audiencia. Hay una oportunidad en difundir desinformación o teorías de conspiración. Trump dijo que la prensa era enemiga del pueblo. La confianza en la prensa ya había bajado antes de su llegada, pero él ha agravado la situación. Para él es una oportunidad política. Necesita un enemigo y siempre puede echar la culpa a la prensa. El periodismo serio depende de la confianza. El parecido con Colombia es calcable.

Las causas que contribuyen a incentivar la polarización están en el desprestigio de la clase política que afecta a todos los partidos y la incapacidad para evitar, por parte del Estado, la corrupción, la impunidad.

En Colombia ha desaparecido la concertación y ha sido reemplazada por el antipetrismo y por el petrismo. Estas son hoy las grandes corrientes de la política colombiana. En ambas hay gente de derecha, de izquierda y de centro, aunque haya más izquierda en el petrismo y más derecha y centro en el antipetrismo. La manifestación pública del 21 fue unánimemente calificada como movilización masiva de protesta en contra del Gobierno.

Vendrá ahora el primero de mayo la concentración de apoyo al mandato del presidente Petro y él ha pedido permiso a los trabajadores para poder pronunciar un discurso ese día en la Plaza de Bolívar, que sigue siendo el escenario para medir la polarización. Ahí sabremos el resultado del primer partido en el que se enfrentan los dos bandos y qué propone el presidente Petro para precisar qué quiere decir cuando señala que está abierto al diálogo con otros sectores.

Newsletter

El análisis de la actualidad y las mejores historias de Colombia, cada semana en su buzón

RECÍBALA

Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y aquí al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

_



Source link

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *