Parque Urbano Aztlán: un carrusel, dos experiencias inmersivas y una rueda de la fortuna encienden Ciudad de México



Aztlán Parque Urbano se encontraba en la penumbra y esta semana ha encendido las luminarias. El parque de diversiones situado en la segunda sección del Bosque de Chapultepec ha abierto sus puertas con 16 juegos mecánicos y ha traído —por instantes— la nostalgia por la Feria de Chapultepec, el antiguo parque que ocupó por más de 50 años el terreno que ahora alberga el conjunto con atracciones auspiciado por el Gobierno de Ciudad de México.

Las atracciones quedaron listas para el disfrute de los capitalinos. Algunas de estas son el Carrusel de Chapultepec, de dos pisos con montables en movimiento; La mocha, una montaña rusa de baja velocidad con cuatro curvas. El lugar también cuenta con dos salas de experiencia inmersiva: El quinto sol, una proyección a 750º sobre la cosmovisión mexica y la grandeza de Tenochtitlán, y Siniestro, una casa de sustos de realidad virtual multiusuario. Por el momento, el sitio cuenta con dos áreas de comida. Una ofrece gran variedad de platillos mexicanos como tacos de pastor o cochinita; el otro, hamburguesas y hot dogs, aunque en algunos otros lugares del parque, con las puertas cerradas y aún en proceso de montaje, cuelgan leyendas de restaurantes que avisan su llegada “muy pronto”.

El Gobierno de Ciudad de México ordenó en 2019 el cierre de la mítica feria, tras un accidente que dejó a dos personas fallecidas, y propuso la construcción de un nuevo modelo, cuya construcción arrancó en 2021. Aztlán Parque Urbano abrió sus puertas al público seis meses después de la fecha prevista para la inauguración con 16 juegos mecánicos de los 23 que prometía el proyecto. La entonces jefa de gobierno, actual candidata a la presidencia por el oficialismo, Claudia Sheinbaum, daba por iniciada la construcción del parque en julio de dicho año a cargo del consorcio Mota Engil, mismo que retiró los juegos mecánicos de la antigua Feria de Chapultepec.

Sin duda la estrella del parque es Aztlán 360, una rueda de la fortuna de 85 metros de altura con 40 cabinas. El camino que hace la fila para la rueda se asemeja a un laberinto largo, que pasa por una pequeña instalación de murales en la que la historia de Tenochtitlán es contada. El diseño del largo camino para Aztlán 360 anticipa que la gente, en su mayoría, buscará subirse a una de las cabinas y admirar desde las alturas el Valle de México y los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl, si la contaminación lo permite.

La entrada es gratuita, pero las atracciones tienen un precio que oscila entre los 40 pesos y los 120 pesos (tres y siete dólares, aproximadamente) y se pagan con una tarjeta recargable. Para adquirir la tarjeta basta con acercarse al módulo de la entrada y pedir una, es completamente gratuita. Allí mismo se puede hacer la recarga o pagar uno de los paquetes que incluyen, por ejemplo, subirse a 13 atracciones ilimitadamente y una vuelta en Aztlán 360, entre otras cosas, por un costo de unos 600 pesos (36 dólares). A lo largo del Parque Urbano se encuentran cajeros para recargar la tarjeta si el saldo es escaso.

Un ligero aire de nostalgia invade el sitio. La Feria de Chapultepec fue durante décadas un espacio en la Ciudad de México en el que familias y amigos pasaban los veranos, los puentes y fines de semana, y escuelas organizaban excursiones en días al azar. Una tragedia marcó el fin del santuario de diversiones extremas y Aztlán Parque Urbano busca revivir el espíritu familiar y darle una segunda oportunidad a los capitalinos de olvidarse del embrollo cotidiano.

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