Películas para ver en Pascua


El Domingo de Resurrección comenzamos el tiempo de Pascua que terminará hasta el Domingo de Pentecostés. Un tiempo en el que podemos recordar el paso del pueblo hebreo de la esclavitud a la liberación, de la servidumbre al servicio. Un tiempo en que celebramos que Jesús venció a la muerte, resucitó y nos ha abierto un camino de salvación. A continuación recomiendo una serie de películas, religiosas y no religiosas, que nos pueden ayudar a descubrir ese paso del Señor en historias tan humanas y entrañables en el cine como en la misma vida.

Los diez mandamientos de Cecil B. DeMille (E.U., 1956, 231 min.)

Rodada en Egipto, el Monte Sinaí y la península del Sinaí; protagonizada por Charlton Heston en el papel principal; esta película cuenta la historia bíblica de la vida de Moisés y su misión liberadora. La escena de Moisés abriéndose paso por el Mar Rojo ya es considerada por muchos críticos como clásica en la historia del cine. La última y más exitosa película dirigida por DeMille, ganadora del Óscar a Mejores efectos visuales en aquel año de 1956. Gran película épica que nos recuerda las palabras de la Escritura: “No ha vuelto a surgir en Israel un profeta semejante a Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara […] No ha habido nadie tan poderoso como Moisés, pues nadie ha realizado las tremendas hazañas que él realizó a la vista de todo Israel” (Dt 34, 10-12).

Éxodo: Dioses y reyes de Ridley Scott (E.U.-Reino Unido-España, 2014, 150 min.)

Basada en el libro del Éxodo esta película narra la vida de Moisés desde el día en que nació hasta su muerte. Cine de gran formato, con un buen reparto (Christian Bale, Joel Edgerton, Ben Kingsley, Sigourney Weaver), centenares de extras y visualmente espectacular. Podemos destacar el paso de los carros y el ejército del Faraón por los caminos montañosos en la persecusión de los hebreos y el mismo paso del Mar Rojo, pero, a la hora de enfocar los conflictos humanos de los personajes, lo que vive internamente Moisés, su relación con Dios, con el poder, con el  mismo pueblo; la película nos queda a deber. Scott pretende contarnos una versión más realista de la historia bíblica, pero falla en su intento. De cualquier modo conviene verla y confrontarla con el texto bíblico y, por qué no, con otras versiones cinematográficas de esta historia de fe y liberación.

La Resurrección de Cristo (Risen) de Kevin Reynolds (E.U., 2016, 107 min.)

Esta película nos presenta la historia bíblica de la Resurrección narrada a través de los ojos de un agnóstico. Clavius (Joseph Fiennes) es un poderoso centurión romano a quien Poncio Pilato (Peter Firth) le pide investigar qué pasó con el cuerpo de Jesús después de su crucifixión. Pilato quiere desmentir los rumores de la resurrección de este Mesías y evitar una revuelta en Jerusalén. Clavius se avoca en esta misión de resolver el misterio del cuerpo desaparecido… y Jesús (Cliff Curtis) se deja ver o sale al encuentro como vemos en los relatos de resurrección (cfr. Mt 28, 1-20; Lc 24, 1-49, Jn 20-21). Reflexionemos en lo que nos dice el papa Francisco sobre la resurrección de Jesús: “Jesús ha resucitado y nos quiere hacer partícipes de la novedad de su resurrección. Él es la verdadera juventud de un mundo envejecido, y también es la juventud de un universo que espera con ‘dolores de parto’ (Rm 8, 22) ser revestido con su luz y con su vida” (Christus vivit n. 32).

El Evangelio de Juan de David Batty (E.U., 2014, 160 min.)

Filmada en Marruecos, con actores nativos y una buena producción en cuanto a locaciones, vestuario y escenarios, la película sigue fielmente el Evangelio de Juan. Mientras el narrador prácticamente va leyendo el texto bíblico: “En el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios”, aparece el rostro de Jesús (Selva Rasalingam), un Jesús con rasgos físicos más parecidos a un judío de Galilea. Luego aparece Juan el Bautista y así nos vamos casi capítulo por capítulo. Toda la película está narrada en inglés mientras el elenco habla arameo. Una película que más que verla de un tirón se puede ir contemplando, gustando internamente y sacando algún provecho espiritual de tal vista, palabras y signos que se nos presentan. ¿Qué me impresiona?, ¿qué toca en mí?, ¿qué se mueve en mí?, ¿qué se me da?, son preguntas que nos pueden ayudar a profundizar en cada escena.

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