‘Sierra Maestra’ arremete contra el pueblo y califica las protestas en Santiago de ‘espectáculo denigrante’


El periódico Sierra Maestra, órgano del Partido Comunista en Santiago de Cuba, arremetió contra el pueblo manifestante y calificó las protestas antigubernamentales del pasado 17 de marzo de “espectáculo denigrante”.

En su edición impresa de este sábado, la publicación oficial acusó a las madres y las abuelas que encabezaron las manifestaciones pacíficas de “criminales”, que “no dan lástima, dan pena”, a los jubilados los tildó de desinformados; a los trabajadores, de faltas de carácter; a los jóvenes, de “más hambrientos que nadie”; a las amas de casa de “parásitos” y a los pobres de “desestabilizadores y desagradecidos”.

El artículo titulado “Nadie puede arrebatarnos la paz”, publicado también en la edición digital, fue recibido por los lectores como la principal calumnia con que la prensa estatal local juzgó la magnitud de sus demandas y la importancia de lo sucedido.

La publicación, de la autoría de Mayté García Tintoré, jefa de redacción del medio oficial, además de sesgada y difamatoria, ofreció una visión amenazante y distorsionada de los hechos.

Aunque en un principio la autora reconoció que “la realidad es imposible esconderla” luego la simplificó y la redujo a “un grupo de personas que salió a la calle exigiendo corriente y comida”.

García Tintoré afirmó que por desgracia o por suerte estuvo en Carretera del Morro y, según su versión, “sería ingenuo pensar que estos actos sucedieron de manera espontánea”.

Fue denigrante el espectáculo de ver en primera fila a muchos de los que la Revolución protege con asistencia social y ayuda bajo el concepto de vulnerables“, dijo.

De ese segmento poblacional que es víctima, en vez de beneficiado del régimen, expresó: “venden hasta los módulos que les entregan gratuitamente y se dan el lujo de ir a gritar y apoyar a aquellos que les pagaron tres kilos para buscar desestabilizar a la cuna de la Revolución”.

Aunque el periódico no ofreció pruebas de quién o quiénes financiaron los disturbios, aseveró que las protestas fueron el resultado de “una manipulada convocatoria subversiva”.

También calificó de “acto criminal” el hecho de que las madres y las abuelas salieran a reclamar la leche de los niños. “Una leche que a veces ni los pequeños se toman, pues no pocas la venden a 2.000 pesos”, dijo la periodista.

“Esas caras me las conozco bien, viven irritadas cuando el producto se demora”, añadió, para luego sugerir que “sin disparar un chícharo, logran con su venta mucho dinero”.

A los jóvenes de esa zona y otras colindantes el periódico los llamó “desvinculados y vagos que ni estudian ni trabajan”. Para denigrarlos aún más, aseguró: “son los más hambrientos que nadie, los que más calor pasan cuando se va la corriente”.

Sin el menor de los escrúpulos el periódico del Partido Comunista dijo que si esos jóvenes vivieran en el capitalismo “serían carne de presidio y terminarían con una bala en la cabeza”.

Al referirse a los trabajadores, las amas de casa, los jubilados y curiosos, el artículo señaló: “quizás por falta de carácter se dejaron llevar y cayeron en las redes de la manipulación, para sumarse al bando de los desagradecidos”.

Pese a que ningún medio de comunicación oficial cumplió con su obligación de dar cobertura a los hechos, la periodista dedicó un párrafo a calificar a los manifestantes de desinformados.

En este artículo, lleno de odio e insultos, la autora señaló que “nadie puede dividir a los cubanos y arrebatarle la paz” y amenazó con aplicar todo el rigor de la ley a quienes intenten “sitiar” a Santiago.

La jefa de redacción omitió sin embargo referirse a la irresponsabilidad gubernamental para encarar la crisis energética y alimentaria. Nada dijo de por qué los alimentos aparecieron por arte de magia y fueron distribuidos esa misma tarde.

Tampoco hizo referencia a por qué el Pleno del Comité Provincial del Partido declinó analizar el tema y el presidente Miguel Díaz-Canel se negó a dialogar con los inconformes y los protagonistas del conflicto.

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