Hay un cuento de Borges en el que un guerrero afirma que âlas proezas más claras pierden su lustre si no se las amoneda en palabrasâ. Es decir, no hay victoria inmortal sin poeta que narre lo ganado, o todo héroe pasa al olvido sin un buen cuentero. Este miércoles se cumplen dos años de una victoria histórica para el movimiento feminista colombiano, la despenalización del aborto hasta la semana 24 de embarazo, el plazo más amplio en América Latina, y al mismo tiempo aparece un libro que intenta contar bien la epopeya: Conversaciones fuera de la Catedral, publicado este mes por Penguin Random House. âUna cosa que nos pasa a muchas de nosotras, feministas, es que trabajamos y peleamos, pero no estamos, en paralelo, armando nuestra bitácora para la historiaâ, admite en el libro Ana Cristina González Vélez, médica y pionera del movimiento Causa Justa. âCreo que los hombres han tenido más conciencia del valor de contar la historia y eso es una lástimaâ, añade. Es hora de armar la bitácora, pelearse el lugar en la historia, contar mejor la proeza. Como lo describe la novelista argentina Claudia Piñeiro, este es un libro sobre âla memoria de la marea verde colombianaâ.
Conversaciones fuera de la Catedral es un libro de entrevistas que la periodista Laila Abu Shihab le ha hecho a González y a su coequipera más cercana, Cristina Villarreal, quien durante años dirigió uno de los pocos centros seguros para las mujeres que buscaban un aborto en Bogotá: Oriéntame. âHicimos mucha parcerÃa, Cristina desde la perspectiva de los servicios y yo muy ligada al movimiento feminista, a la incidencia, éramos como dos caras en un cuerpoâ, dice González sobre Villareal. Entre la voz de las dos Cristinas, se mezclan las de más activistas, abogadas, congresistas, cantantes de reguetón o actrices famosas que fueron fundamentales para la victoria. Algunos hombres también están, pero sobre todo mujeres. El coro diverso guÃa el largo camino hasta la victoria: derrotas, estrategias, giros inesperados, debates, divisiones, traiciones. Pero también un grado excepcional de solidaridad, una forma de trabajar feminista que es âcolectiva y avanza contra los egos y las vanidadesâ, escribe la periodista.
![Ana Cristina González, durante una movilización feminista, en Bogotá.](https://i0.wp.com/imagenes.elpais.com/resizer/oPNSFwZn6K--tqmjulWwu7ShidU=/414x0/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/AYZ4B4YL5JBTPNO2I3XM2WR5NM.jpeg?resize=414%2C276&ssl=1)
Lo primero que Conversaciones fuera de la Catedral intenta es darle crédito a quien no lo tiene. Por ejemplo, a la profesora universitaria y socióloga Lucero Zamudio, quien lideró el primer estudio ambicioso sobre el aborto en Colombia en 1994, que reveló que el aborto inducido era la segunda causa de mortalidad materna. âEse estudio nunca se repitió, no de esa magnitud y con esa profundidadâ, dice González. Otro ejemplo fue el polÃtico Iván Marulanda Gómez, quien como constituyente intentó que el derecho al aborto se incluyera en la nueva carta magna de 1991. âAmigos, es el derecho de las mujeres de Colombia a parir hijos fruto del amor y el compromiso, y es el derecho de los hijos de Colombia a nacer rodeados de amor y protecciónâ, le dijo Marulanda a sus compañeros de la Asamblea Constituyente. Fue derrotado: 25 votos a favor, 40 en contra, 3 abstenciones. El Congreso ha tenido desde entonces varias iniciativas por regular el aborto. Ninguna ha prosperado.
No hay protagonistas en la lucha por el derecho al aborto, pero sà hay personajes claves. Mónica Roa, abogada y quien en 2006 logró la despenalización en tres causales. O Sandra Mazo, quien le apuesta a acabar con la culpa del aborto liderando Católicas por el Derecho a Decidir. Para Cristina Villarreal, sin embargo, la persona clave fue su papá: Jorge Villarreal MejÃa, ginecólogo que empezó un movimiento médico en favor de la planificación familiar, y quien fundó Oriéntame en 1977. âCon mi papá aprendà todoâ, dice ahora la hija, una de las lÃderes de Causa Justa y el movimiento que le antecede, La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres.
![Cristina Villareal.](https://i0.wp.com/imagenes.elpais.com/resizer/oonZ2h69DPMMfTcV2NGMOhG7qE8=/414x0/cloudfront-eu-central-1.images.arcpublishing.com/prisa/OKYLG56JCJD7VEMI2MZBNMNWL4.jpg?resize=414%2C311&ssl=1)
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Pero Conversaciones fuera de la Catedral es también un libro sobre las conversaciones incómodas. Las tensiones que hubo entre las feministas, por ejemplo, después de la victoria de Roa en 2006, ya sea por lo que percibÃan como su excesivo protagonismo o por su estrategia: no le apuntaba a la despenalización sino a excepciones en tres causales. âNos criticaban y decÃan que lo que pedÃamos era muy poquito y eran solo migajas de justiciaâ, dice Roa. Las mujeres de La Mesa por la Vida y la Salud parecen no tenerle miedo a meterse en debates cada vez más complicados. Un debate que no logran resolver juntas, por ejemplo, es cómo regular el derecho al aborto cuando hay malformación del feto, porque âcualquier esfuerzo en ese sentido refuerza los estereotipos y agrava la discriminación hacia las personas con discapacidadâ, dice González.
âHubo una época en que resolvimos que cada mes o cada dos meses, no recuerdo bien ya, elegÃamos un tema de discusión entre nosotras para hacernos preguntas incómodasâ, cuenta Villareal. âUno de esos temas fue el de los abortos de fetos femeninos en la India. De entrada eso genera una reacción muy fuerteâ. Hay que leer el libro para saber cómo resolvieron ese.
La epopeya la tienen clara las protagonistas, asà que Conversaciones fuera de la Catedral es un libro, sobre todo, para quienes se perdieron en el camino. Pero también para advertir a los y las confiadas. La Corte Suprema de Estados Unidos tumbó hace dos años la sentencia que le garantizó este derecho al aborto a las mujeres durante décadas, y Gobiernos como el del nuevo presidente de Argentina prometen el mismo camino. En Colombia los llamados grupos âprovidaââ las Cristinas corrigen y piden identificarlos como âantiderechosââ siguen buscando su victoria contra el derecho al aborto. En el feminismo la victoria no se alcanza del todo, porque la pelea se transforma.
âYo no sé si un dÃa, espero que sÃ, en unas décadas, esta conversación a quienes vivan en ese momento les parezca extrañÃsima, les parezca incomprensible que haya existido un delito como el del abortoâ, dice una de las protagonistas de este libro. âYo estoy convencida de que no hay un momento en que la pelea termineâ, dice la otra. La conversación, por ahora, continúa.
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