Carmela Jeria, la fundadora del primer periódico feminista obrero en Chile


El domingo 10 de septiembre de 1905, circuló en las calles de Valparaíso el primer número del periódico quincenal La Alborada. “Las hijas del trabajo tendrán en La Alborada un representante en la prensa para que las defienda contra estos tiranuelos que no usan ninguna cortesía y cometen los mayores desmanes cuando tienen bajo su férula a indefensas mujeres […] Pasaron, es cierto, esos tiempos de ignorancia y de barbarie, hemos llegado al siglo del vapor, las luces y la electricidad, y, sin embargo, la condición de la mujer es casi tan idéntica a la de aquellos tiempos que tanto terror nos causan”, escribía la directora de la publicación, Carmela Jeria Gómez. La mujer tenía 19 años cuando fundó el primer periódico obrero feminista chileno.

Jeria Gómez (1886-1966) es la menor de tres hijos del matrimonio de María Gómez y Mauricio Jeria, un agente de policía organizado socialmente. Trabajó como tipógrafa desde los 14 años en la Imprenta Gillet en la ciudad puerto, en un contexto de fuerte migración del campo a la ciudad que abrió nuevos espacios de encuentro para las mujeres. Como la mayoría de las obreras, su formación fue autodidacta y, a pesar de las precarias condiciones laborales femeninas, permitió que se coordinaran de una manera antes inconcebible.

En La Arbolada, que duró dos años en circulación en las grandes urbes del país, Jeria se hizo cargo principalmente de las editoriales políticas. Ahí acusaba la necesidad de educación de calidad para los hijos de las obreras y obreros y la emancipación femenina. La historiadora Isabel Valle, autora de Una de tantas. Trayectoria vital de una luchadora social en los albores del siglo XX en Chile, explica que Jeria se va radicalizando en términos de la denuncia de la presencia de machismo dentro de la clase obrera. “Se va vislumbrando en los artículos la idea de incentivar y exigir a los compañeros que esta búsqueda de vivir mejor y organizadamente también se tradujera entre hombres y mujeres y que ellas pudieran acceder al privilegio de que ellos tenían”, afirma por teléfono.

Esa idea se ve reflejada en la portada del periódico vinculado al Partido Demócrata, una formación originada en 1887 que representó los intereses de los trabajadores. En un comienzo, la publicación se presentaba como publicación “social obrera”, luego “femenina” y en 1906 cambia a “feminista”. En 1905, Jeria participó como delegada en el Congreso Obrero Social celebrado en la sureña ciudad de Chillán. Su asistencia le significó el despido de su trabajo como tipógrafa en la imprenta en la que llevaba cinco años, que le hizo escoger entre “su negocio” y su trabajo. Jeria apostó por lo primero. En La Arbolada publicó: “Con más sacrificios, sí, mantendré esta hoja, pero en mi alma experimento la íntima satisfacción de estar en la lucha y ayudar de una manera modesta, exigua si se quiere, a mis hermanos los proletarios”.

Carmela Jeria Gómez con Manuel Schuman, su esposo, en la boda de Fátima, una de sus hijas, en noviembre de 1950 en Santiago.
Carmela Jeria Gómez con Manuel Schuman, su esposo, en la boda de Fátima, una de sus hijas, en noviembre de 1950 en Santiago.UNIVERSIDAD DE LA FRONTERA

Una enfermedad de la que existe poco registro y la seguida muerte de sus padres provocó el fin del periódico obrero feminista en 1907 y su mudanza a Santiago. La Palanca, de la Asociación de Costureras, cogió la posta del extinto La Arbolada, una publicación donde Jeria colaboró en contadas ocasiones. Jeria se casó con Manuel Schuman Hasin, un inmigrante libanés refugiado de la Primera Guerra Mundial que se instaló en Chile y con quien tuvo siete hijos: cuatro hombres y tres mujeres. Cuando fue abuela, se hizo cargo de la crianza de una de sus nietas, Sonia.

Esa nieta, Sonia Schuman -adoptó el apellido de sus abuelos- le contó a Valle que su abuela siguió trabajando, en la imprenta Eros hasta 1950. También continuó organizándose con las mujeres obreras, pero lejos del ojo público, y recorrió Chile vendiendo las telas que su esposo importaba. “Desde la historiografía se ha ido cambiando el foco. Pasamos de las figuras espectaculares masculinas que tienen finales trágicos o que son famosos a mirar experiencias de mujeres que como Carmela salieron del ojo público, pero que siguieron organizándose, trabajando, desarrollando labores de ciudadanos de sus hijos y nietos y se ha relevado eso como importante. No solo su momento más estelar”, apunta Valle, profesora de historia en Valparaíso, quien escarbó en su historia en 2013, cuando había poco material de investigación sobre la pionera. Desde el movimiento feminista chileno de 2018, la figura de Jeria ha adquirido un mayor reconocimiento.

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