Los negociadores del Gobierno le piden a Petro que evite el cisma con el ELN que hunde la negociación


Gustavo Petro, en Zipaquirá (Cundinamarca), el 26 de abril de 2024.
Gustavo Petro, en Zipaquirá (Cundinamarca), el 26 de abril de 2024.Juan Diego Cano (PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA)

En un hecho sorprendente, los negociadores del Gobierno sentados en la mesa de diálogos de paz con el ELN se han dirigido a Gustavo Petro mediante un comunicado público. Lo firman las dos figuras principales de esa negociación: la jefa de la delegación, Vera Grabe, y el senador Iván Cepeda. Los dos son cercanos al presidente y se les presupone un contacto directo con él. Sin embargo, ahora el jefe de Estado y ellos tienen visiones radicalmente distintas sobre cómo enfocar este proceso de paz y este sábado ha quedado explicitado por si alguien albergaba alguna duda. Mientras Grabe y Cepeda se sientan a hablar con el jefe de negociadores de la guerrilla, Pablo Beltrán, el presidente ha enviado a Otty Patiño, el alto comisionado de Paz, a llegar a acuerdos de forma paralela con un frente díscolo del ELN que ha dejado de recibir órdenes de su dirección.

En cierta forma, la última guerrilla activa de Latinoamérica corre el riesgo de partirse en dos. El frente declarado en rebeldía se llama Frente Comuneros del Sur y opera en Nariño, en la frontera con Ecuador. Ahora mismo, esa facción es la que tiene mayor capacidad de fuego y en los últimos meses, según Beltrán, no ha dejado de reclutar combatientes. Al negociar con ellos aparte, Petro fomenta ese cisma. Esta está siendo su forma de urgir al ELN a llegar a un acuerdo que, a su forma de ver, se está eternizando. La guerrilla creada por unos estudiantes colombianos a los que les agarró en La Habana la crisis de los misiles de Cuba ha dialogado con cinco presidentes anteriores, sin éxito. Petro, un exguerrillero del M-19 que cree de forma ciega en el abandono de las armas y la vía democrática como expresión política de la izquierda, pareciera el gobernante idóneo con el que llegar a un acuerdo, pero el ELN tiene sus propios nudos internos, unas exigencias muy complejas y un sentido del tiempo similar al de Fidel Castro o Hugo Chávez: la vida es una eterna discusión -generalmente en una sola dirección.

Así, esta forma confrontativa de encarar una negociación es la que usa un Petro impaciente, temeroso de que se acabe su mandato dentro de poco más de dos años y no haya logrado un acuerdo que sí alcanzó Juan Manuel Santos, el presidente que desmovilizó a las FARC, un grupo armado mucho más poderoso que el ELN. Por supuesto, Petro no quiere ser menos que Santos. Pero quizá la dificultad estribe en que las FARC querían tomar el poder por medio de las armas y el ELN solo busca reformar un “régimen”, el actual, que no considera democrático, sino un remedo de sistema que las élites manejan a su antojo. El segundo proceso es más complejo y, por tanto, más enredado. Dividir a ese ELN, desguazarlo, piensan en Casa de Nariño, es una forma más sencilla de abordar ese macroacuerdo.

La táctica de Petro ha llevado a la desesperación a Pablo Beltrán, que en una explosiva entrevista con este periódico le golpeó donde más le duele: dijo que era más sencillo conversar con Santos, Álvaro Uribe e Iván Duque antes que con él. Palabras mayores. Beltrán cree que el proceso de paz se encuentra en peligro de muerte y que si el presidente no cambia de actitud en breve no les quedará otra que levantarse de la mesa. Sus palabras provocaron un incendio en la mesa. El órdago de Beltrán no parece habérselo tomado en serio Petro, que no ha cambiado el rumbo. Sin embargo, los principales negociadores, Grabe y Cepeda, se lo toman en serio y han urgido este sábado el presidente a que tome un rumbo definitivo. “Es claro que el Gobierno no puede adelantar un proceso de negociación en dos instancias con una misma organización; en este caso una mesa nacional de diálogos como la que hoy existe con el ELN, y otra en un proceso con un frente guerrillero. Tal circunstancia es jurídica y políticamente inviable”, dice el comunicado que firman Grabe y Cepeda.

Cepeda cuenta por teléfono que la carta la firman solo ellos dos, pero que el resto de negociadores de la mesa -como la senadora María José Pizarro y el líder ganadero José Félix Lafaurie- también están de acuerdo. El texto apela directamente a Petro: “Solicita al presidente como jefe de Estado tomar la decisión que considere en torno a continuar desarrollando los trabajos de la mesa nacional de diálogos con el ELN, o adelantar una mesa de diálogo con la estructura de Nariño, o determinar que dicha estructura ha dejado de ser parte de la organización con la que está negociando a nivel nacional para desarrollar con ella un proceso autónomo”.

El frente díscolo se ha expresado y ha retado a la dirección oficial del ELN mediante una entrevista a Gabriel Yepes Mejía, conocido como HH o Samuel, que ha hecho Santiago Rodríguez Álvarez para La Silla Vacía. “Somos autónomos en plantear una paz en el territorio”, dice HH. A la pregunta de si siente que su vida corre peligro a manos del El Comando Central del ELN (COCE), responde: “Creo que sería una equivocación. Parte de mi familia se fue vinculando a este proceso insurgente. Aquí tuve dos hijos en la guerrilla, uno se mantiene en la actualidad (…). Nunca en mi vida iría contra ningún miembro de esta organización, porque yo soy parte de este sueño eleno. Entonces, si algún momento el COCE llegaría a cometer alguna agresión contra mí, contra mi familia, contra el frente, creo que se pueden equivocar, estarían asesinando un revolucionario”.

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RECÍBALA

Los negociadores del Gobierno son leales a Gustavo Petro, sin ninguna duda. Incluso Lafaurie, un hombre de la derecha, presidente del gremio de los ganaderos, ha apoyado al presidente en muchas de sus políticas. Pero un comunicado como este no deja de sonar a una crítica al presidente, en un momento en el que Petro se encuentra en fricción con muchos frentes. Este parece ser uno más. Esa no es la lectura que hace de la situación Cepeda, que se muestra mucho más prudente. “Es tan sencillo como que no puede haber dos procesos. Hay uno de paz territorial, eso es estupendo, pero no puede haber dos idénticos con el mismo grupo, es hora de tomar una decisión”, dice Cepeda al otro lado de la línea.

24 horas antes, en redes sociales circularon unas declaraciones de Cepeda que muchos han interpretado como una crítica al presidente. El senador, un alfil de Petro, un conocedor de las estructuras políticas e institucionales del Estado que muestra la cara más seria y ejecutiva del Pacto Histórico, la coalición de partidos de izquierdas que se unieron alrededor de la candidatura de Petro, agarró un micrófono y disertó sobe la forma en la que Petro está llevando la gobernabilidad del país. Y, spoiler, no fue nada condescendiente: “Si hay alguna crítica válida para el Gobierno actual (…) es que no ha sido lo suficientemente perseverante en lograr ese acuerdo (nacional), a pesar de que el presidente ha planteado que es para eso que es este Gobierno. ¿Por qué nos pusimos pacto histórico si no es para eso? Entonces no es posible hacer dos cosas al tiempo: ser absolutamente radical en el Congreso, en las calles, y en el debate nacional, y buscar el acuerdo político. Como también la idea de una Asamblea Constituyente, no estoy de acuerdo con que estemos para eso hoy, pero sí para concertar lo básico”.

Con las horas, Cepeda ha reafirmado su lealtad al presidente. Está convencido de que si Petro quiere pasar a la historia deberá hacerlo como el arquitecto de un gran pacto histórico. Y eso pasa, también, por no desguazar el ELN y conseguir que su dirección firme el acuerdo de paz.

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