Popocatépetl: la leyenda que dio origen al nombre de Don Goyo al volcán


Se le conoce como Don Goyo al volcán por un hombre.
Se le conoce como Don Goyo al volcán por un hombre.

Uno de los volcanes con más actividad en México es el Popocatépetl, ubicado en los límites del estado de Puebla y el Estado de México. El pasado martes, el volcán tuvo una explosión que provocó caída de ceniza en varias partes del Estado de México y Ciudad de México.

Además, producto de la explosión, se pudo apreciar que el volcán lanzó una gran fumarola que alcanzó varios kilómetros de altura. Esta situación generó que autoridades de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) advirtieran a la población sobre la caída de ceniza en algunas demarcaciones de la Ciudad de México, por lo que pidió seguir las recomendaciones ante la precipitación de ceniza volcánica.

Otro estado afectado fue Puebla. Debido a la actividad de Don Goyo, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) suspendió actividades de algunas aerolíneas. El semáforo de Alerta Volcánica del Popocatépetl se mantiene en Amarillo Fase 2.

El Popocatépetl tiene una leyenda muy conocida, en la que se asegura que él y su volcán vecino, el Iztaccíhuatl, son producto de una triste historia de amor, sin embargo, existe otro relato que explica el por qué el volcán tiene un sobrenombre, el de Don Goyo.

Y es que, según lo que se cuenta en el poblado de Santiago Xalitzintla, ubicado a 12 kilómetros del Popocatépetl, existen personas que son conocidas como tiemperos, que pertenecen a la familia de los Analco.

El Popocatépetl se encuentra en los límites del Estado de México y Puebla. REUTERS/Henry Romero
El Popocatépetl se encuentra en los límites del Estado de México y Puebla. REUTERS/Henry Romero

Según la tradición, los tiemperos son personas que fueron elegidas y que tienen la capacidad de comunicarse con el volcán. Por ello, el origen del apodo de Don Goyo, viene de uno de los tiemperos más famosos que han existido, de nombre don Gregorio Chino Popocatépetl.

Se cuenta que Don Gregorio no era un tiempero común, pues lejos de escuchar los pensamientos del Popocatépetl, ese hombre era considerado como la personificación misma del volcán.

Por eso, se cuenta que el hombre aparecía cada ocasión que el volcán estaba próximo a activarse, y de esta manera, advertía a los pobladores sobre los posibles peligros que se acercaban y conseguía prevenir desgracias.

Por las apariciones de Don Gregorio, poco a poco la gente del poblado comenzó a conocer con ese nombre al volcán e incluso, como agradecimiento, cada día 12 de marzo, que se conmemora el Día de San Gregorio Magno, los pobladores le ofrecen bellas flores y alimentos deliciosos al importante e imponente volcán.

Al volcán se le conoce como Don Goyo por un hombre que era tiempero. REUTERS/Henry Romero
Al volcán se le conoce como Don Goyo por un hombre que era tiempero. REUTERS/Henry Romero

Tiemperos es el nombre con el que se les conoce en Puebla, mientras que en el Estado de México reciben el nombre de Graniceros y en Morelos, misioneros del temporal, además de otra docena de apelativos. Estos son los nombres con los que se les conoce a aquellos hombres que, según la creencia, siguen garantizando las bondades de la tierra, a través del ritual granicero.

Este ritual forma parte de una tradición prehispánica que, con una mezcla de elementos, principalmente católicos, sigue vigente hasta nuestros días.

El tiempero, como mediador del ciclo agrícola, ejerce un control de los fenómenos atmosféricos, como la lluvia, rayos, tempestades, granizos, plagas, vientos y periodos de sequía, porque de esto depende la producción de alimentos.

A mediados de la década de los años 60 del siglo pasado, Guillermo Bonfil Batalla, un antropólogo y escritor, entró en el mundo de los teciuhtlazquie, “el que tira o lanza granizo”.

Don Goyo fue un famoso tiempero que, se decía, era el mismo Popocatépetl en persona.
Don Goyo fue un famoso tiempero que, se decía, era el mismo Popocatépetl en persona.

Trabajó junto al documentalista Alfonso Muñoz, quien quizá desde un árbol, para no irrumpir en las ceremonias llevadas a cabo en la Cueva de las Cruces en Tepetlixpa, Morelos, reveló el rito, con escenas que guardan la sacralidad y solemnidad del acto.

En las fotografías se puede observar cómo la ofrenda que se depositaba en las cuevas y abrigos estaba compuesta por grandes cantidades de pan y fruta, agua, sal; con el tiempo se han añadido guisos y otras piezas, aunque la cruz se mantiene como un elemento primordial, porque personifica el poder de mando de un granicero viejo.





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