Claudia Uribe: “No hay autoridad educativa que no mencione los comportamientos agresivos en las escuelas”



Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Unesco, atiende esta entrevista en su piso en el sector oriente de Santiago de Chile justo antes de que lleguen los encargados de la mudanza. A finales de marzo la colombiana de 64 años deja el cargo en la organización y se muda a México. Tras casi medio siglo dedicada a la educación, principalmente desde distintos organismos internacionales, Uribe se jubila. Advierte, eso sí, que espera seguir asesorando y escribiendo sobre la materia.

Cuando asumió en 2018 el cargo en la Unesco se encontró a una América Latina estancada en los avances educativos y con los esfuerzos puestos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030. En ese momento, dice, se pensaba que los países iban a avanzar sustancialmente en las metas establecidas y algunos iban a poder alcanzarlas. Ahora se va con la larga resaca de la pandemia, que golpeó fuertemente a la región tras el cierre de escuelas durante dos años académicos y con una profunda disparidad en el acceso a los soportes tecnológicos, la alternativa a la presencialidad.

Pregunta. Han pasado casi dos años desde el fin de la pandemia. ¿Cuál es el panorama educativo en América Latina?

Respuesta. No tenemos un panorama sistematizado de toda la región en parte porque muchos países no cuentan con la información sistematizada, pero de todas las conversaciones que hemos tenido con los ministros, prácticamente todos los países han montado políticas y programas para recuperar y reponerse de lo que pasó durante la pandemia. Hay dificultades con poblaciones que tuvieron niveles de deserción alta y que recuperarlas requiere de estrategias muy específicas. Por ejemplo, los adolescentes que estaban en los dos, tres últimos años de la enseñanza media. En este momento son jóvenes adultos que ya no volvieron a la escuela. También tuvo mucho impacto en los pequeñitos. Los padres quedaron asustados con el tema de la pandemia y sintiendo que podían tenerlos en casa. Se ha visto que mucha población en esa edad no se ha matriculado en el mismo número que antes de la pandemia.

P. ¿Los pequeños no se están matriculando como antes?

R. Muchos de los chiquititos se quedaron en la casa en la edad temprana, lo que no quiere decir que cuando empiece la primaria no regresen. Pero la educación pre-escolar es algo que hemos impulsado y que los países han venido avanzando en base a la enorme evidencia de lo importante que es realmente en la preparación de los niños para la escolaridad. Los que no la tienen, comienzan su ciclo educativo más tarde y con mucha mayor desventaja.

P. ¿Está vinculado al retroceso laboral de las mujeres en pandemia?

R. Sin duda ahí hay un vínculo totalmente estrecho con las mujeres, que fueron las que más se perdieron en el tema laboral, como muestran las estadísticas. Quizá eso se vaya corrigiendo, pero el problema en educación es que las cosas se pueden ir corrigiendo y mejorando en el tiempo, pero la generación de estudiantes que se afectó… Ese era su momento y no después. Si no hay unas políticas específicas, son chicos y chicas que han perdido una oportunidad.

P. ¿Qué impactos de la pandemia se conocen hasta ahora?

R. Lo que sabemos es que el tema de los aprendizajes se desmejoró fundamentalmente en toda la región. Fuera de eso, todos los ministros están muy preocupados con el tema del comportamiento y la salud mental en las escuelas. Ese es un tema recurrente en cualquier conversación en cualquier país de la región con los que hemos hablado.

P. ¿Comportamiento agresivo?

R. No hay autoridad educativa que no te mencione el tema de los comportamientos agresivos en las escuelas, de la salud mental, de la dificultad de socialización con la que volvieron los niños a la escuela, de los incidentes disciplinarios, de los temas de concentración. En fin, todas esas son manifestaciones que han generado mucha preocupación en el ámbito educativo. El otro factor es que durante la pandemia se perdió mucho financiamiento en educación. Muchos países, a pesar de la emergencia educativa tan enorme, destinaron muchos de los recursos para temas de salud, que era una emergencia en ese momento, de ayuda económica a las familias que habían perdido el trabajo. Ahora estamos abogando para que ese financiamiento se recupere y mejore porque la recuperación exige una inversión suficiente. Obviamente, hay países que tienen la situación más resuelta que otros, pero esto es lo que uno ve en la panorámica general.

P. Hablaba de que los jóvenes desertores necesitan de estrategias específicas para finalizar los estudios. ¿Cuáles son?

R. La educación de jóvenes y adultos es un tema que hay que reforzar porque les permite tener oportunidades de nivelación. Poder sacar el título de enseñanza media hoy en día es un pasaporte para el trabajo, para seguir estudiando y adquirir habilidades que son fundamentales. Hay que hacer un esfuerzo desde ahí para ofrecer programas diversos, alternativos, distintas entradas para superar esa certificación y esos aprendizajes que se pueden haber perdido. Muchos países ya tienen estrategias de atención en sistemas extraescolares que puedan llegar a esa población. Otros tienen programas de incentivos monetarios que puedan ayudar. Hay que trabajar con las empresas para que se les ofrezcan opciones de formación a aquellos que están insertados laboralmente. Siento que ahí, desafortunadamente, los sistemas educativos le han dado poca importancia a pesar de saber que el problema es tan enorme.

P. Ante tantos frentes, ¿qué prioridades definieron los ministros de Educación de la región en la reunión que se celebró en enero en Santiago?

R. Los países se pusieron de acuerdo en fortalecer todo lo que es la formación en habilidades fundamentales o fundacionales, básicas. Tenemos un tremendo desafío en que los niños en primaria aprendan lectura, escritura, habilidades matemáticas, porque sin eso tú no puedes seguir construyendo los aprendizajes más adelante. El otro tema que la atención no puede ser únicamente a lo académico. Hay un reconocimiento a que estamos en un momento en que hay que atender todas esas habilidades blandas que se requieren para poder enfrentar otros desafíos de la vida. También hay un compromiso de trabajar en por lo menos mantener los recursos del sector e irlos mejorando. Además de mejorar la eficiencia del gasto, priorizar y gastar mejor. También hay un acuerdo fundamental la educación para el desarrollo sostenible, de que hay que seguir avanzando y que hay posibilidades de hacer un trabajo colectivo latinoamericano para encontrar soluciones, propuestas.

P. ¿Cómo se aterrizan estos compromisos?

R. Justamente ese fue el motor de la reunión: pasar del compromiso a la acción. Ya ha habido declaraciones de ministros, varios compromisos en distintas instancias internacionales y lo que queremos ver ahora es cómo se convierte eso en acciones específicas. Siempre es un desafío. Chile, por ejemplo, está trabajando con su plan de reactivación educativa, otros países tienen iniciativas semejantes y una de las cosas interesantes es que dentro de la declaración se hace un llamado a fortalecer esta cooperación educativa a nivel regional. Un llamado que están haciendo y nos lo hacen a la UNESCO, es poder hacer que estas reuniones de ministros se conviertan en una instancia intergubernamental, con lo que los compromisos tendrían un peso para reportar, evaluar y medir su progreso. Me parece alentador que se mueva hacia convertirse en algo vinculante, hasta donde se pueda. Habiendo dicho eso, la historia de cooperación entre países y de reuniones de ministros, por lo menos bajo el alero de UNESCO, ya tiene 80 años. Uno puede rastrear que esas declaraciones se van concretando a nivel de políticas y decisiones que van tomando los países.

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