La interminable crisis de la construcción en Chile



La industria de la construcción no consigue reponerse en Chile a pesar de que la economía comienza a mostrar indicios de recuperación. En 2023, la inversión en este rubro se contrajo un 1% y la estimación de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) es que caiga un 0,4% para el cierre de 2024. La asociación gremial, que promueve el desarrollo y fomento de la actividad, aún no tienen estimaciones de cómo podría venir el siguiente año.

La crisis se ha traducido en más de 1.122 solicitudes de liquidación de empresas constructoras en los últimos nueve años, según datos de la Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento, un organismo que depende del Ministerio de Economía. La quiebra de constructoras, que alcanzó la cifra de 137 en 2023, ha venido junto con un enfriamiento de la venta de inmuebles. “Ha disminuido la velocidad de las ventas, producto de las dificultades para acceder al financiamiento hipotecario debido al aumento de tasas de interés, las exigencias y la inflación. Esto está provocando que se acumule la oferta de viviendas que, si bien en los últimos meses se mantiene estable, sigue siendo alto. Sólo en el Gran Santiago existían unos 68.000 departamentos y 8.123 casas sin vender al cierre de 2023, aunque el máximo histórico de esa oferta se produjo en 2022: 71.805 departamentos sin venta”, dice José Ignacio Vicente, director general de la plataforma inmobiliaria Toctoc.com, a EL PAÍS.

Esta situación ha empujado al Gobierno de Gabriel Boric a analizar la posibilidad de que el Estado compre viviendas y prorrogar por un año la vigencia de permisos de edificación que caducan en 2024 para impulsar a la alicaída industria.

La crisis no sólo ha traído como consecuencia el enfriamiento de las ventas de inmuebles y la quiebra de constructoras, sino que ha influido sobre el mercado laboral. “Se trata de 144.000 empleos menos del potencial del sector. Es decir, estamos en el orden de 704.000 puestos en un área que podría, al menos, llegar a 840.000. Eso nos preocupa mucho”, indica Nicolás León, gerente de estudios y políticas públicas de la CChC.

Una caída multifactorial

Cristián Chadwick, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), señala que el declive está ocasionado por múltiples aspectos, aunque el pilar está en que se trata de un rubro que camina junto al crecimiento económico. “Es normal que un país que está creciendo fuertemente tenga una construcción robusta, pero sucede lo contrario cuando lo hace de forma lenta y ese es el caso chileno en la última década”, explica a este periódico.

El Producto Interno Bruto (PIB) de Chile subió un 0,2% en 2023, mientras que el Banco Mundial estima que tendría una expansión de 1,8% en 2024 y de 2,3% en 2025. Al bajo crecimiento económico se suman otras trabas para los sectores de la construcción e inmobiliario. “En la última década, el país ha perdido atractivo para desarrollar grandes proyectos de inversión (domésticos e internacionales), lo que se relaciona con reformas tributarias, inestabilidad política, permisología (procesos burocráticos para obtener autorizaciones) y la falta de estabilidad de los permisos que se obtienen para construir”, comenta León.

Mientras la inversión en este ramo representó alrededor de un 28,5% en términos de PIB en 2012, en la actualidad no supera más del 23%. En tanto, la presidenta del Banco Central de Chile, Rosanna Costa, ha adelantado que sólo un tercio de las empresas tiene previsto invertir en este negocio en 2024.

La desinversión sería una de las razones que más golpea al área, según el gerente de estudios y políticas públicas de la CChC: “Es importante para nuestro país atender este problema. Hay que considerar que la construcción ejecuta cerca del 60% de la inversión, y eso explica que tiene un efecto en otras industrias. Esto afecta la posibilidad de que el país pueda tener un mayor crecimiento potencial en el largo plazo”.

Para Hermann González, coordinador macroeconómico de Clapes UC, el rubro podría estar acercándose a un punto de inflexión. “Hay señales de ello. Lo más importante es facilitar el acceso a créditos y que las tasas empiecen a bajar”, acota.

González explica que, aunque los retiros de fondos de pensiones redujeron el mercado de capitales en Chile durante la pandemia, existen señales de aumento incipiente de precios y confianza en algunos sectores. “El hecho de que disminuyan las tasas de interés y la incertidumbre económica pueden ser buenas señales”.

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